Hoy en día todos deseamos saber pasos rápidos y fáciles para todo, se ha puesto de moda buscar tutoriales para hacer postres y comidas, reparar el auto, tocar guitarra o aprender algún idioma, entre muchas otras cosas.
Pues bien,
´ser santo´ es una meta que todos debemos tener, pues todos estamos llamados a la
santidad, y para lograrlo, no podemos esperar a estar muertos o a que tengamos
80 años creyendo que entonces estará cerca el final de nuestros días; es una
misión que hay que asumir ahora, es algo a lo que tenemos que aspirar a ser,
empeñándonos cada día.
En un taller
de Espiritualidad, el Padre Salvador Arellano nos decía que hay que leer vidas
de Santos para tratar de imitarlos; y aunque por supuesto esto es totalmente
cierto y definitivamente necesario, les presento este espacio donde encontrarán
testimonios de personas que no nos parezcan con una espiritualidad
inalcanzable, que viven intensamente su fe aún en este siglo, con tentaciones
como las que tú y como yo tenemos, con piedras y obstáculos en el camino muy
similares y que han sido capaces de afrontar y vencer para seguir el camino por
el que Dios nos llama. Debemos recordar que “no hay santo sin pasado ni pecador
sin futuro”.
En su libro “La Filotea”, San Francisco de Sales nos
habla de la falsa y la verdadera santidad, y mencionaré brevemente la falsa
santidad para alertarnos, no vaya a ser que vayamos por ese camino, y se trata
de aquellos que por asistir diario a Misa, se creen santos, pero llegan a casa y
les gritan a sus hijos y esposo; de los que rezan todos los días el rosario,
pero no le hacen de comer a su familia; de los que escuchan o ven todo el día
programas católicos, pero no saben nada de su esposo ni de sus hijos; con esto
tenemos una referencia que nos permitirá ubicarnos en el camino en el que
estamos.
“En cambio,
la verdadera y viva santidad – dice San Francisco de Sales – presupone amor a
Dios. En cuanto el amor divino hermosea nuestra alma se llama gracia, haciéndonos agradables a Dios,
en cuanto nos da la fuerza para obrar bien, se llama caridad, pero cuando llega a tal grado de perfección que no
solamente nos hace obrar bien, sino también hacerlo cuidadosa, frecuente y
prontamente, entonces se llama santidad.”
Decidámonos a
ser santos, como nuestro Padre lo es, esperemos que estos testimonios, de gente
como nosotros, nos den luces, fuerzas y ánimo para realizar tareas que se
tornan muy difíciles, pero que con la ayuda de Dios son alcanzables y que una
vez concretadas te ayudarán a reservar tu pedacito en el cielo, y, mejor aún,
si perseveras en tus buenas acciones te hacen agradable la vida en la tierra.
Les doy la
bienvenida a este nuevo blog y les agradecería que se vuelvan lectores asiduos
de este sitio y lo recomienden.