lunes, 13 de abril de 2020

Una vida preservada para llevar amor y sanación


Por Claudia Ortiz

Pudo perdonar, gracias a la oración.
Immaculée Ilibagiza sobrevivió al genocidio más cruel, a las condiciones más inhumanas y al odio más incrustado que podría haber sentido una persona, y por la gracia de Dios, totalmente recuperada, física y espiritualmente, ahora busca ayudar a levantarse no sólo a otras personas de cualquier parte del mundo, sino también y especialmente a su pueblo que se hundió con ella.


Un pueblo sumergido en odio y sangre

Fruto de un odio racial previamente sembrado y muy bien cultivado, entre los tutsis y los hutus, en Ruanda; en abril de 1994 los hutus tomaron los machetes y se lanzaron a matar indiscriminadamente a los tutsis. No hubo distinción de edades, ni de sexos; tampoco importaban los sentimientos, los hutus asesinaron despiadadamente a amigos, vecinos, compañeros de escuela y personas que habían visto por ellos y los habían ayudado a salir adelante.
Cuando comenzó la masacre, Immaculée escuchaba las noticias en casa de sus papás, en donde pasaba las vacaciones. Habían asesinado al presidente… y se esperaba una guerra civil.