Por Claudia Ortiz
En su vida, don José Luis Díaz ha
atravesado por varias carencias y retos, y ha tenido que realizar grandes esfuerzos
para enfrentar múltiples luchas, pero en ningún momento, bajo ninguna
circunstancia, se ha borrado la sonrisa de su rostro, ni aún cuando tuvieron
que amputarle una pierna. Sigue activo, dispuesto a seguir sirviendo, y conserva
su alegría y paz en su corazón.
José Luis Díaz en su consultorio, bajo el amparo de María Auxiliadora. |
Gracias a su hermano, estudió Medicina
Nació en la ciudad de México, sus
papás, Antonio y María, les inculcaron la fe católica, y aunque vivió con carencias,
no siente que le haya faltado nada. Fue esta condición de escasez económica
durante su infancia, la que lo orilló a trabajar desde los 12 años. Bromeando
acerca de su trabajo dice que laboró como “estorbante”.
Tanto él como su único hermano,
Víctor Antonio, se decidieron por estudiar la carrera de medicina en la UNAM,
sin embargo, Víctor, que era mayor por cuatro años, tuvo que dejar sus estudios
para atender una “racha difícil” en casa y poder ayudarle a sus papás.
Mientras estudiaba su carrera,
José Luis no pudo trabajar para poder cumplir con sus estudios y tareas, pero
se las arreglaba para conseguir algo de dinero, vendiendo distintos productos de
casa en casa, y pudo sostenerse también gracias al apoyo de su hermano, lo que
le ayudó a concluir sus estudios de medicina y titularse.