viernes, 7 de diciembre de 2018

Toda una vida, con su confianza puesta en María


Por Claudia Ortiz

José Luis Díaz en su consultorio,
bajo el amparo de María Auxiliadora.
En su vida, don José Luis Díaz ha atravesado por varias carencias y retos, y ha tenido que realizar grandes esfuerzos para enfrentar múltiples luchas, pero en ningún momento, bajo ninguna circunstancia, se ha borrado la sonrisa de su rostro, ni aún cuando tuvieron que amputarle una pierna. Sigue activo, dispuesto a seguir sirviendo, y conserva su alegría y paz en su corazón.

Gracias a su hermano, estudió Medicina 

Nació en la ciudad de México, sus papás, Antonio y María, les inculcaron la fe católica, y aunque vivió con carencias, no siente que le haya faltado nada. Fue esta condición de escasez económica durante su infancia, la que lo orilló a trabajar desde los 12 años. Bromeando acerca de su trabajo dice que laboró como “estorbante”.
Tanto él como su único hermano, Víctor Antonio, se decidieron por estudiar la carrera de medicina en la UNAM, sin embargo, Víctor, que era mayor por cuatro años, tuvo que dejar sus estudios para atender una “racha difícil” en casa y poder ayudarle a sus papás.
Mientras estudiaba su carrera, José Luis no pudo trabajar para poder cumplir con sus estudios y tareas, pero se las arreglaba para conseguir algo de dinero, vendiendo distintos productos de casa en casa, y pudo sostenerse también gracias al apoyo de su hermano, lo que le ayudó a concluir sus estudios de medicina y titularse.


La mudanza a Guadalajara

Su hermano consiguió un mejor empleo en Guadalajara e iba a mudarse solo, pero su papá consideró que si eran tan pocos, no había necesidad de que se separaran, así que todos se trasladaron a la Perla Tapatía.
Pronto José Luis se integró a la tercera orden franciscana, y junto con otros jóvenes, formaron un cuarteto, él tocaba la guitarra y servía de acompañamiento, bromeando comenta que “no era muy bueno, pero como era el dueño del coche, me tenían que aguantar”.
Junto con su grupo de amigos, poco a poco fueron teniendo una mayor relación con Dios, de tal forma que la Semana Santa del año 1970 decidieron irse a un retiro con un grupo de exalumnos salesianos. Éste fue su primer contacto con los salesianos y con María Auxiliadora, que tomó un lugar muy importante en su vida.
En ese retiro hizo también una sólida amistad con el Padre Pablo Aguayo, provincial de México Norte de los Salesianos, quien lo acompañó y orientó en su camino, en cada uno de los proyectos que vinieron enseguida.

Bohemios con caridad

Después del retiro, los jóvenes comenzaron a reunirse los sábados por la tarde a ensayar, pero el entusiasmo hacía que las horas se pasaran rápido y lo mismo les daban las 12 de la noche, y se iban a dar serenatas, que se ponían a querer arreglar el mundo. En una ocasión, al reflexionar sobre la gente con menos posibilidades, concluyeron que son los que reciben menores sueldos, porque están menos preparados y se propusieron crear una secundaria nocturna para los trabajadores.
Las cosas fueron en serio y recibieron apoyo, ya que cuando le plantearon el proyecto al Padre Aguayo y le comentaron la falta de un local, les facilitó un espacio dentro del Colegio Anáhuac Garibaldi para que funcionara la secundaria, que llevó por nombre justamente “Pablo Aguayo”.
Conscientes de que de nada les serviría a los trabajadores tener los conocimientos si no tenían un documento que lo avalara, realizaron los trámites necesarios ante el entonces Departamento de Educación Pública, que les colocó diferentes obstáculos, como lo fue la presentación obligatoria de una “nómina”, cuando los profesores harían su trabajo gratuito, pero en la institución gubernamental no lo creían; a pesar de todas las "trabas", lograron cumplir con cada requisito que se les solicitó.
Consiguieron también al personal capacitado que daría las clases gratuitamente, y comenzaron a trabajar con el primer año de secundaria.

Secundaria nocturna para trabajadores

Con la garantía de que otorgarían el certificado oficial, iniciaron las clases cobrando 5 pesos mensuales de colegiatura para pagar a la persona que haría el aseo a las 10:30 de la noche, para dejar el Colegio tal como se los prestaban y digno para las clases de la mañana siguiente, y para pagar libros de registro y el salario de una secretaria que pusiera en orden toda la papelería que se debía presentar ante la autoridad competente.
Los alumnos fueron aceptados siempre y cuando comprobaran que eran trabajadores, y comenzaron con dos grupos de primer grado. José Luis recuerda que llegaron a tener alumnos de 42 años de edad.
La Secretaría de Educación aprobó el año siguiente el segundo grado de secundaria y posteriormente el tercero; y los años siguientes pudieron ver los frutos de su esfuerzo.
Uno de los beneficiados con este proyecto fue un joven de San Juan Cosalá que trabajaba con una familia de una pudiente posición económica que le permitió estudiar. Ese joven concluyó sus estudios de secundaria y no se detuvo hasta titularse; regresó a la secundaria para obsequiarles un tomo de su tesis, que dedicó a los jóvenes que le habían dado un gran ejemplo, así como la oportunidad de realizar sus estudios por la noche, mientras trabajaba; y por los cuales había decidido estudiar para Maestro, en lugar de una Ingeniería, como originalmente quería.

La mano providente de Dios, por intercesión de María Auxiliadora
En una ocasión Javier Gallardo, el joven director de la secundaria, le avisó a José Luis, que era presidente del Patronato, que no les alcanzaba el dinero para pagar el salario de los empleados al día siguiente, así que ambos aportaron lo que traían consigo y aun así tenían un faltante para completar el monto que necesitaban. Los fundadores decidieron irse a dar clase, no sin antes encomendarle el asunto a María Auxiliadora, porque ellos no podían hacer nada más.
Cuando terminó la hora de clase y regresaron a la oficina, la secretaria les entregó un sobre que un exalumno había dejado para ellos, cuando abrieron el sobre encontraron la cantidad exacta que hacía falta para realizar el pago que urgía.
El anterior fue sólo el comienzo de una vida de la mano de María Auxiliadora y el amparo providente de Su Hijo Jesús.
Cabe decir que la secundaria operó sólo por 17 años, ya que la FEG quiso meterse y prefirieron cerrar antes de aceptar dicha intervención.

Proveyó el alimento:
Siguiendo el pensamiento salesiano de que mientras se tenga ocupación, no hay oportunidad de maldad, a los fundadores de la secundaria se les ocurrió llevar a los alumnos de la secundaria a un retiro, en Valle de Juárez; nuevamente tuvieron el apoyo del Padre Pablo, que les prestó las instalaciones para realizar Pascuas Juveniles.
En una ocasión, hacia el fin de la semana, se dieron cuenta que no alcanzaría el dinero para la carne del pozole que ofrecían para el último día, y no hicieron más que encomendarse a María Auxiliadora. Continuaron con sus actividades y como en todas las ocasiones, la penúltima noche encendieron la fogata en torno a la cual se reunían. En ese momento llegó una joven que había asistido al retiro en otras ocasiones, esta vez no había podido ir a todo el retiro, pero acordándose que ahí estarían, pasó sólo a dormir esa noche, al día siguiente se fue muy temprano, no sin antes dejar una aportación que era suficiente para comprar la carne que se necesitaba.

La providente Celebración de su matrimonio

En una ocasión a José Luis le tocó presenciar una Celebración Eucarística concelebrada y con mariachi y pensó que cuando se casara, así quería que fuera su boda.
Al paso del tiempo y dada su actividad con los salesianos hizo nueva amistad con dos sacerdotes, fue tan estrecho el trabajo y la relación, que cuando José Luis estaba próximo a casarse con María Guadalupe, los sacerdotes se pusieron de acuerdo para celebrarla concelebrada, y uno de ellos solicitó los permisos necesarios para que pudiera tocar el mariachi, ya que en ese entonces no era muy común. La boda se realizó en el templo de San Diego de Alcalá, un 24 de Mayo, Fiesta de María Auxiliadora y en la Misa no faltó el mariachi.
José Luis recuerda que en la despedida de solteros que les organizaron, un alumno comentó con tristeza que “ya iba a renunciar el maestro de Biología”; pero María Guadalupe acalló ese rumor diciendo: “si renuncia, me va a decepcionar”, porque una de las cosas que le admiraba, era esa donación de su tiempo para enseñar a otros; así que el doctor, contando con el apoyo de su esposa, continuó esa y muchas otras labores de apoyo social y espiritual.

Desayuno para todos:
Como médico católico, José Luis atendía no sólo los casos de salud, sino que en caso necesario trataba de dar orientación espiritual. Fue el caso de un paciente que trató por depresión por la muerte de un hijo. El paciente era compositor, así que le “recetó”, como parte de su tratamiento, componerle una canción a María Auxiliadora.
El doctor invitó a su paciente a que fuera a cantarla en el noviciado, a donde había sido asignado el Padre Aguayo, en la Ribera de Chapala; José Luis y María Guadalupe asistían cada domingo a Misa de 8 de la mañana, y luego eran invitados a desayunar. José Luis no se preocupó mucho de invitar al compositor, pero cuando se dio cuenta, con él llegaron dos camionetas más con invitados del paciente. El doctor se preocupó por la cantidad de personas y se disculpó con el Padre, quien le dijo que no se preocupara.
Cuando concluyó la Celebración Eucarística invitaron a todos a desayunar y resultó que habían llegado de visita, desde San Luis Potosí, unos familiares de uno de los aspirantes y llevaron enchiladas potosinas que alcanzaron para todos. Al concluir la visita, el Padre Aguayo sólo le dijo a José Luis, “¿ya ves?, ¡Hombre de poca fe!”

Suéteres para las niñas de la casa hogar:
Una de las labores sociales que realizaban en familia, era el apoyo a la casa hogar “María Reyna”, en donde habitaban niñas que no tenían familia, o si la tenían, existía entre ellas una gran problemática. Normalmente les llevaban despensa o ropa usada, pero en una Navidad decidieron llevarles suéteres nuevos, por lo que se dieron a la tarea de recolectar apoyo económico entre todos sus amigos y familiares para mandar hacer el pedido de suéteres. El día que los debían ir a recoger no habían completado la cantidad, les faltaban mil quinientos pesos, y ya habían recurrido a todos los que conocían.
Faltando dos horas para recoger el pedido, se manifestó la providencia en manos de María Auxiliadora, así cuenta la historia José Luis:
“Llegó una de mis cuñadas y le dijo a mi esposa: ¿Qué estás haciendo?
- Estoy colgada del Manto de María Auxiliadora porque hoy en la noche nos entregan los suéteres y nos faltan mil quinientos pesos, y ya “sableamos” a todo el mundo.
- Mi cuñada le dijo, pues ¿sabes qué?, ya te oyó; una amiga mía, que no los conoce, le platiqué lo que hacían y te mandó mil quinientos pesos.”
Con cada historia que vivía, el amor a la Santísima Virgen, en su advocación de María Auxiliadora, se acrecentó, así como su relación con San Juan Bosco, fundador de los salesianos.  A la fecha, José Luis no deja de compartir cada uno de estos recuerdos, sin que se conmueva su corazón.

Cena para más:
Una Navidad, uno de sus hijos no quiso cenar a pesar de los diversos y deliciosos platillos que había en la fiesta familiar. Cuando su papá se dio cuenta y le preguntó la razón, la respuesta de su hijo fue que cómo iba a comer, si había gente que no tenía nada qué llevarse a la boca. Esto motivó que la familia se fijara una nueva meta para la siguiente Noche Buena.
Con el apoyo de mucha gente lograron llevar en varias ocasiones una cena abundante para 400 personas en la colonia Monte Santa Cruz, que era de bajos recursos. Un año en particular la fila de personas que iban por comida no terminaba, y temían que la comida no iba a alcanzar, pero el alimento no se terminaba, lo que si se acabó fueron los 400 platos y vasos que llevaban. José Luis pensó que eso tenía solución ya que podría comprarlos en cualquier tienda cercana, sin embargo la gente de la zona le dijo que por ahí no vendían esos artículos, porque la gente era muy pobre para comprarlos. Antes de pensar en otra opción, llegó la ayuda, una señora le dijo que un joven que preguntó por él dejó una bolsa que tenía 100 vasos y 100 platos, de la marca Bosco -destaca el doctor- al recordar su fuerte relación con San Juan Bosco.

Trabajando para promover el amor a Dios

José Luis recuerda que el Padre Aguayo siempre lo alentaba a trabajar, “de flojos no los quiero -les decía-, díganme en qué van a trabajar para apoyarlos”; esto motivó a que se mantuvieran activos en la promoción de la fe, el amor a Dios y a la Virgen.
Entre las diversas actividades que realizó fue Ministro Extraordinario de la Comunión, en San Francisco de Sales, otro de los destinos del sacerdote; y también formaba parte de la Asociación de Devotos de María Auxiliadora (ADMA). Posteriormente promovieron la ADMA Familiar con sus respectivos retiros que realizaban en la casa salesiana de Amatitán, y que a petición de una persona, se llevó también a Tapalpa. Todo esto lo hizo con el apoyo de su esposa y de sus cuatro hijos: Karla Gerogina, José Luis, Andrea Guadalupe y José Antonio.

Nace el compadrito
En el templo de San Francisco de Sales, José Luis se encontró con Salvador Jiménez, con quien había hecho amistad en el Círculo de Estudiantes Católicos, en Santa María de Gracia. Dejó de verlo ya que Salvador ingresó con los misioneros del Espíritu Santo. Tras el reencuentro, retomaron su amistad y vacacionaban juntos, con sus familias.
Al tiempo,  a Salvador lo nombraron director de Televisa Radio, y en una ocasión le comentó que tenía un problema en la estación, ya que estaban ocupando muchos espacios los cristianos, así que le pidió el favor que, junto con el Padre Roberto Dueñas, condujera un programa de una hora a la semana.
Pronto el programa “La alegría de vivir” tuvo éxito y en lugar de una hora se incrementó a dos horas a la semana.
“Al principio nos hablábamos muy solemnes, el Padre me decía “doctor” y yo le respondía “dígame Padre”, pero nos escuchábamos muy falsos, así que por propuesta del Padre -recuerda José Luis- se empezaron a decir compadres. Y la gente comenzó a llamar a la radiodifusora para enviar saludos “al Padre y a su compadre” o “al Padre y a su compadrito”, así fue como José Luis quedó identificado como “El Compadrito”.

Llega Radio María a Guadalajara

Rafael Flores, Claudia Hernández y "El Compadrito"
en las instalaciones de Radio María.

Gracias al esfuerzo de diversas personas, entre ellas Salvador Jiménez, se logró la renta de la frecuencia 920 en AM para la transmisión de Radio María desde Guadalajara, que inició operaciones el 31 de mayo de 2003.
El Padre Roberto Dueñas fue nombrado asesor espiritual de la radiodifusora, así que “La alegría de vivir”, se trasladó a Radio María, después de estar al aire 2 años en Televisa Radio.
Durante los primeros años, la estación operaba desde un edificio que comenzó a ser insuficiente por lo que se buscaron nuevas oficinas. Un 31 de enero, día de San Juan Bosco, el Padre Roberto le dijo a José Luis: “Tú que eres devoto de San Juan Bosco pídele un local”, y El compadrito se comprometió a hacer oración. "A los 10 días me llamó y me dijo: Ya te oyó San Juan Bosco, ya encontramos un lugar para las instalaciones de Radio María y para que creas que escuchó tu oración, el nuevo local está sobre la calle San Juan Bosco”.

La bacteria que lo dejó sin pierna
En mayo de 2017, José Luis comenzó a atenderse por una ampolla en el pie, se estuvo tratando durante un mes aproximadamente, pero se convirtió en infección y se gangrenó. En junio fue a consulta con un angiólogo, y no sólo tuvo qué aceptar el diagnóstico -lo había atacado una de esas bacterias raras y resistentes- sino la única solución, que era amputar la pierna, de la rodilla para abajo, y que no podía postergarlo, sino que esa misma noche tuvo qué internarse para que la operación se realizara al día siguiente a primera hora.
“Doy gracias a Dios porque esto me ha hecho madurar en mi fe -dijo- aceptando la voluntad de Dios, la alegría tiene que continuar…   Además, ya me volvió a crecer…” y señala su prótesis, con la que puede caminar casi perfectamente.
José Luis se abandonó en Dios y en su Divina Providencia, ya que se sostiene de sus consultas, y su enfermedad no sólo le impidió parar labores por un tiempo, sino que no había forma de cubrir el gasto de su operación. Pero por providencia de Dios recibió el apoyo económico de sus hijos y de un alma generosa. Este evento le ayudó también a valorar el amor de su familia y de tantas personas que en esos momentos difíciles le demostraron su afecto, se preocuparon y estuvieron al pendiente de él.
Del 9 de junio que le amputaron la pierna, anduvo en silla de ruedas hasta el 12 de diciembre que le entregaron su prótesis, y entonces tuvo qué empezar por aprender a caminar con andadera, luego con bastón y después ya él solo.

La clave de “El Compadrito”

José Luis ha hecho de la filosofía de San Juan Bosco, su clave para vivir, y la gente que ha tenido la oportunidad de tratarlo y convivir con él ha descubierto su alegría y la huella que con ella deja en su vida.
“San Juan Bosco decía que la santidad consiste en estar siempre alegre y que para ir al cielo se necesitan cuatro cosas: Estar siempre alegre; hacer las cosas con todo el corazón, con todo el entusiasmo; confesarse y comulgar; y ser devoto de la Virgen María”.
José Luis se ha esforzado por poner todo esto en práctica, aún después de la amputación, continúa con sus actividades, dando consulta y con su programa “La alegría de vivir”, ahora acompañado por Lupita Torres, los domingos de 1 a 2 pm.
Cabe decir que al momento de la entrevista, caminaba casi normalmente con el apoyo de la prótesis, sin embargo días después comenzó con problemas circulatorios que le impiden apoyar su pierna, pero sigue dando consulta, y en sus actividades y ánimo normales, aún en silla de ruedas.


La autora,el compadrito, y María Auxiliadora.


Claudia Ortiz
@claudiaortizdev
devazquez21@gmail.com
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1 comentario:

  1. Mi reconocimiento y admiración para nuestro compañero y amigo Jose Luis.
    Un ejemplo de buena actitud y sencillez ante la vida.
    Un abrazo!
    Psic. Marco Antonio Suzán Flores

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