viernes, 22 de enero de 2016

Es posible perdonar, sanar y elegir servir a los demás


Por Claudia Ortiz

Es muy difícil creer que una persona puede cambiar de estilo de vida, puede perdonar, sanar y además seguir adelante orando por quien lo traicionó, lo engañó, le quitó a sus hijos y es responsable de que haya vivido en depresión; sin embargo esto sí puede pasar y sucede en quienes están dispuestos a amar, quienes están a la escucha, recurren a quien lo sana todo y se ponen en sus manos, este es el caso de Odilón, quien después de todo un proceso de perdón y sanación, ahora es además, fuente de gran bendición para terceras personas que se cruzan por su camino.
Su historia está llena de duras pruebas y muchas caídas, pero también de momentos llenos de paz y bendición que supo aprovechar. Él comparte su testimonio para Gloria de Dios.



Su papá lo regaló cuando tenía seis años
Desde los primeros años de vida experimentó sus primeros sufrimientos: su padre era alcohólico y de hecho, “en una borrachera” lo regaló a un primo hermano cuando Odilón tenía apenas seis años de edad. De pronto se encontró viviendo con otra familia, en otra ciudad y sin sus hermanos, por eso huyó de esa casa y a su corta edad, trató de volver a su hogar.
“Yo extrañaba a mis hermanos, un día me escapé y un señor me encontró, me preguntó a dónde iba, le dije que a casa de mi abuela, y me preguntó dónde vivía ella, le di una referencia y me acompañó con ella. Yo creo que mi abuelita regañó a mi papá porque al día siguiente vino mi papá y me llevó de regreso a casa.”

Lo corrió de casa a los catorce años
Odilón sabía conducir desde chico y como su papá tomaba mucho, lo acompañaba y lo cuidaba para que no manejara en estado de ebriedad y regresara con bien a su casa.
En una ocasión, también tras una borrachera, llevaba en estado de ebriedad a su papá de regreso al hogar y al llegar, su papá lo corrió de casa para que se enseñe a valerse por sí mismo. Odilón no dijo nada y al día siguiente, mientras toda su familia se fue a Misa, tomó unas pocas cosas y se fue junto con Juan y Silvestre, unos vecinos, a Agua Prieta, Sonora, en donde Juan tenía trabajo como albañil y les iba a dar trabajo como chalanes; pero al llegar allá se toparon con el frío al que no estaban acostumbrados y no lo aguantaron; sólo trabajaron una semana para ganar unos pesos y trasladarse a Mazatlán, con otros familiares de sus vecinos.
Ahí, Odilón fue acogido por una familia con la que se sintió privilegiado porque le dieron estudios y querían que fuera a la escuela Naval, pero necesitaba sus papeles, así que algunos meses después regresó a Guadalajara decidido a recoger sus documentos y regresar a Mazatlán, pero “la sangre” pudo más y al reencontrarse con sus hermanos, su familia, se olvidó de este plan y se quedó en casa.

De seminarista a indocumentado
Odilón sufrió en carne propia los estragos del alcohol y se aseguró a sí mismo que nunca sería un borracho, “yo no voy a cometer errores –se decía a sí mismo - yo no voy a hacer esto con mis hijos”; pero empezó a probar el vino y le gustó. “Empecé a ir a fiestas, a divertirme, a amanecerme, de la fiesta me iba a trabajar, no me preocupaba desvelarme”.
Un poco por el alcoholismo de su padre, que afectaba el ambiente familiar, y aprovechando que uno de sus hermanos estudiaba en Uruapan, junto con otros de sus hermanos se fue a vivir a ahí y comenzaron a entrar al negocio del chicharrón y la manteca y así salieron adelante con sus propios recursos.
Ahí su vida comenzó a ser un ir y venir de Uruapan a Guadalajara, en una de sus estadías en la Perla Tapatía, una amiga lo invitó a un retiro que le gustó mucho y dio pie a su ingreso en el Seminario Menor, duró sólo un año estudiando ahí. “Es impresionante cómo se burla la misma familia cuando quieres hacer algo bueno para Dios… Estaba a gusto en el Seminario, pero había algo, quizá yo extrañaba la vida del mundo”.
Regresó a su vida de mundo, alcohol, charreadas, peleas de gallo, carreras de caballos…  y un año después, a invitación de un amigo se fue como indocumentado a trabajar a Estados Unidos. “Allá mi vida fue trabajar y en las noches alcoholizarme”, compartió.
Comenzó a ganar dinero siendo un empleado servicial, trabajador y acomedido, aunque reconoce que de cuando en cuando abusó de su puesto y traicionó la confianza de su patrona; estando allá vivió muchas cosas de las que ahora se lamenta, pero que ha trabajado para remediarlas en sus posibilidades.

Ganó dólares que nunca vio
Después de cinco años de trabajar en Estados Unidos, en una de sus visitas a México, se casó pero lo hizo con “los errores” de su papá, “a la hora de casarme había alcohol, pleitos, discusiones….”, pero además a instancias de su esposa participó en limpias, brujerías y aunque al principio no deseaba involucrarse con eso, al final era el que más creía.
Pero sentía que algo no iba bien “nunca tuve problemas económicos hasta que me casé, nunca me rendía el dinero, y no podía hacer nada”, por eso decidió regresar a trabajar a Estados Unidos, al paso de tres años logró enviar casi treinta mil dólares, sin embargo, en una llamada telefónica a su casa, su esposa le dijo: “conmigo no tienes nada”. Odilón se dio a la tarea de juntar dinero para regresar a su casa, en donde no fue recibido y no sólo no lo dejaron entrar, sino que tampoco lo dejaron ver a sus hijos.
Comenzó a vivir una gran depresión, consiguió trabajo conduciendo un taxi y trabajaba sólo el tiempo necesario para sacar $100 pesos para cubrir sus gastos, y el resto del día pasarla dormido en casa de la familia de su hermana, en donde había sido acogido. Al poco tiempo descubrió que su esposa estaba con otro hombre. “Quería comprar una pistola para tronar al tipo, cuando en ese momento empiezo a escuchar un programa en Radio María en donde empiezan a decir toda mi historia: ´¿estás viviendo una infidelidad?, dale gracias a Dios; si estás deprimido ve a visitar al Santísimo; si vas manejando vete a un templo, ahí va haber un Sagrario, Dios tiene un regalo para ti´ en ese momento yo estaba justamente afuera de un templo, así que me bajé y entré al templo, lloré y le dije a Dios: - ¿Tú me vas a dar un regalo?... en ese momento sentí como un calor muy fuerte e intenso, como un abrazo...”.
Sin embargo la prueba no había concluido, su cuñado, temiendo por sus hijas, le pidió que buscara otro lugar dónde quedarse. Odilón fingió tener a dónde irse y salió de la casa de su hermana para irse a vivir a su camioneta, en donde vivió durante dos meses y en donde siguió escuchando Radio María y muy especialmente el programa “Para Florecer”, conducido por Lupita Venegas, presidenta de Valora, Conciencia en los Medios, que fue el programa que sintió que le hablaba y le describía toda su historia.

"Ella te va a pagar", dijo en una ocasión refiriéndose a la Virgen María; Odilón ha decidido trabajar para Ella.

Empieza el cambio y llegan las bendiciones
Con ese alimento espiritual, dejó de ver sus problemas, “empecé a visitar a los enfermos, veía que los enfermos necesitaban más que yo”, poco a poco transformó su vida, asistió a retiros, visitaba al Santísimo y recibía la Eucaristía diario, incluso se hizo “hormiguita”  de Radio María, es decir que colabora en la promoción de la radiodifusora.
En una ocasión, estando ante el Santísimo, en la Capilla de Radio María, escuchó la voz que le hablaba cada mañana por la radio y salió de inmediato, porque deseaba conocer a aquella mujer. Ve entonces a Lupita Venegas charlando con otra persona, en ese momento ella gira su cabeza y lo ve. Lupita le dice a la persona con quien platicaba: -Permíteme un momento. Y se dirige hacia Odilón, lo ve, lo abraza y le dice: -Te quiero, te quiero con el amor de Cristo; y sin hablar con él, sin conocer su dolor ni sus problemas, le otorgó una beca para asistir a un curso del Perdón. También lo llevó ante el Santísimo y comenzó a pedir por él.
Odilón todavía enmudece al contar su testimonio, pero recupera el aliento y continua con la historia. Acudió a las instalaciones de Valora para tomar el curso del Perdón, y un día, al presentarse en la Recepción para registrarse, escuchó agobiada a la recepcionista hablando por teléfono y se ofreció a ayudarla, ella le explicó que Lupita Venegas estaba en el aeropuerto, debía tomar un vuelo a Estados Unidos y había olvidado su bolso con sus documentos y su boleto en las instalaciones. Trató entonces de ayudar dando opciones de dónde buscar el bolso y sugirió el auto de Lupita, y aunque le respondieron que ahí ya habían buscado, de todas formas lo fue a buscar y lo vió desde afuera. Inmediatamente dio aviso y le notificaron a Lupita que habían encontrado el bolso. Ella le pidió a la recepcionista que tomara un taxi y se lo llevara al aeropuerto, pero se enfrentaba con el problema de que en las instalaciones no había recursos económicos para pagar ese traslado; entonces Odilón se ofreció a llevarla al aeropuerto.
Llegaron a tiempo para entregar el bolso y el Señor le obsequió una prueba más de su amor salvándolo de una multa de $25,000, lo cuenta Odilón:
“Yo no sabía que había multas por sacar pasaje del aeropuerto, cuando dejamos la bolsa llegó un agente de Tránsito y me quiso multar porque traía conmigo “una pasajera”, que no era otra sino la recepcionista de Valora, pero yo le expliqué que no la subí en el aeropuerto, sino que habíamos traído un encargo. A su insistencia, le dije que yo trabajaba para Dios, y le extendí una tarjeta de Radio María con la estampa de la Virgen María diciéndole: "Contémplala a Ella, Ella te lo va a pagar todo”. El elemento de Vialidad se molestó mucho con ese comentario, pero lo dejó ir y lograron salir del aeropuerto sin que se les aplicara ninguna multa.
Pero aún le esperaba otro regalo. Lupita preguntó quién había llevado a la recepcionista al aeropuerto y lo citó para el siguiente lunes temprano, en esa reunión le refirió lo importante que había sido su ayuda, porque gracias a él había viajado a Estados Unidos para dar una conferencia ante miles de personas y había tocado muchas almas:
-        -  ¿Qué puedo hacer por ti?, le preguntó la conferencista.
-        -  Nada, ya has hecho mucho por mí, yo ahora estoy en paz, respondió Odilón.
En esa reunión pudo contarle su historia, y a cambio recibió el ofrecimiento de ser el chofer de Radio María y de Valora, puesto en el que tiene 18 años y tiene la fortuna de llevar a Lupita Venegas a prácticamente todas sus conferencias.
En esta nueva historia de su vida, Odilón ha sido testigo de muchos milagros y personalmente ha tenido la fortuna de ser portador de la semilla para el cambio en la vida de muchas personas, ya que sigue conduciendo un taxi y prestando el servicio a quien lo necesita durante sus tiempos libres, y es el momento que aprovecha para dejar alguna palabra de ánimo.
Al conocer los testimonios de los pasajeros del taxi de Odilón, Lupita Venegas se dio cuenta de que a través del taxi se podía hacer mucho bien, por ello lo instó a que reuniera un grupo de taxistas para evangelizarlos y formaron así los Taxistas de María, un grupo de taxistas que promueven la Palabra de Dios.
Odilón, por su parte, se ha preparado, tomó cursos de demoniología y actualmente colabora con un sacerdote de liberación.
Respecto a su vida personal, con un nudo en la garganta recuerda que recientemente se reunió con su hija mayor, quien le inyectó nuevas fuerzas para mantener viva la esperanza por su familia, mientras, seguirá luchando por librar los resentimientos que ellos pudieran tener contra él para volverse a reunir algún día.

2 comentarios:

  1. Me encantó este artículo. Muy emotivo y motivador. Felicidades!!!

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  2. Hola! Gracias por este artículo. Así sabemos cómo está odi. Somos amigos de la infancias y me da gusto saber de él. Salúdamelo por favor.

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