Por Claudia Ortiz
Es muy difícil creer que una persona
puede cambiar de estilo de vida, puede perdonar, sanar y además seguir adelante orando
por quien lo traicionó, lo engañó, le quitó a sus hijos y es responsable de que
haya vivido en depresión; sin embargo esto sí puede pasar y sucede en quienes están dispuestos a amar, quienes están a la escucha, recurren a quien lo sana todo y se ponen en sus manos, este es el caso de
Odilón, quien después de todo un proceso de perdón y sanación, ahora es además, fuente de gran bendición para terceras personas que se
cruzan por su camino.
Su historia está llena de duras
pruebas y muchas caídas, pero también de momentos llenos de paz y bendición que
supo aprovechar. Él comparte su testimonio para Gloria de Dios.
Su papá lo regaló cuando tenía seis
años
Desde los primeros años de vida experimentó sus
primeros sufrimientos: su padre era alcohólico y de hecho, “en una borrachera”
lo regaló a un primo hermano cuando Odilón tenía apenas seis años de edad. De pronto
se encontró viviendo con otra familia, en otra ciudad y sin sus hermanos, por
eso huyó de esa casa y a su corta edad, trató de volver a su hogar.
“Yo extrañaba a mis hermanos, un día
me escapé y un señor me encontró, me preguntó a dónde iba, le dije que a casa
de mi abuela, y me preguntó dónde vivía ella, le di una referencia y me
acompañó con ella. Yo creo que mi abuelita regañó a mi papá porque al día
siguiente vino mi papá y me llevó de regreso a casa.”
Lo corrió de casa a los catorce años
Odilón sabía conducir desde chico y como
su papá tomaba mucho, lo acompañaba y lo cuidaba para que no manejara en estado
de ebriedad y regresara con bien a su casa.
En una ocasión, también tras una
borrachera, llevaba en estado de ebriedad a su papá de regreso al hogar y al
llegar, su papá lo corrió de casa “para que se enseñe
a valerse por sí mismo”. Odilón no dijo
nada y al día siguiente, mientras toda su familia se fue a Misa, tomó unas pocas cosas y
se fue junto con Juan y Silvestre, unos vecinos, a Agua Prieta, Sonora, en donde Juan
tenía trabajo como albañil y les iba a dar trabajo como chalanes; pero al llegar allá se
toparon con el frío al que no estaban acostumbrados y no lo aguantaron; sólo trabajaron una semana para ganar unos
pesos y trasladarse a Mazatlán, con otros familiares de sus vecinos.
Ahí, Odilón fue acogido por una
familia con la que se sintió privilegiado porque le dieron estudios y querían
que fuera
a la escuela Naval, pero necesitaba sus papeles, así que algunos meses
después regresó a Guadalajara decidido a recoger sus documentos y regresar a
Mazatlán, pero “la sangre” pudo más y al reencontrarse con sus hermanos, su
familia, se olvidó de este plan y se quedó en casa.
De seminarista a indocumentado
Odilón sufrió en carne propia los
estragos del alcohol y se aseguró a sí mismo que nunca sería un borracho, “yo
no voy a cometer errores –se decía a sí mismo - yo no voy a hacer esto con mis
hijos”; pero empezó a probar el vino y le gustó. “Empecé a ir a fiestas, a
divertirme, a amanecerme, de la fiesta me iba a trabajar, no me preocupaba
desvelarme”.
Un poco por el alcoholismo de su
padre, que afectaba el ambiente familiar, y aprovechando que uno de sus
hermanos estudiaba en Uruapan, junto con otros de sus hermanos se fue a vivir a
ahí y comenzaron a entrar al negocio
del chicharrón
y la manteca y así
salieron adelante con sus propios recursos.
Ahí su vida comenzó a ser un ir y
venir de Uruapan a Guadalajara, en una de sus estadías en la Perla Tapatía, una amiga lo
invitó a un retiro que le gustó mucho y dio pie a su ingreso en el Seminario
Menor, duró sólo un año estudiando ahí. “Es impresionante cómo se burla la
misma familia cuando quieres hacer algo bueno para Dios… Estaba a gusto en el
Seminario, pero había algo, quizá yo extrañaba la vida del mundo”.
Regresó a su vida de mundo, alcohol,
charreadas, peleas de gallo, carreras de caballos… y un año después, a
invitación de un amigo se fue como indocumentado a trabajar a Estados Unidos.
“Allá mi vida
fue trabajar y en las noches alcoholizarme”, compartió.
Comenzó a ganar dinero siendo un empleado
servicial, trabajador y acomedido, aunque reconoce que de cuando en cuando
abusó de su puesto y traicionó la confianza de su patrona; estando allá vivió
muchas cosas de las que ahora se lamenta, pero que ha trabajado para
remediarlas en sus posibilidades.
Ganó dólares que nunca vio
Después de cinco años de trabajar en
Estados Unidos, en una de sus visitas a México, se casó pero lo hizo con “los
errores” de su papá, “a la hora de casarme había alcohol, pleitos, discusiones….”,
pero además a instancias de su esposa participó en limpias, brujerías y aunque
al principio no deseaba involucrarse con eso, al final era el que más creía.
Pero sentía que algo no iba bien
“nunca tuve problemas económicos hasta que me casé, nunca me rendía el dinero,
y no podía hacer nada”, por eso decidió regresar a trabajar a Estados Unidos, al paso
de tres años logró enviar casi treinta mil dólares, sin embargo, en una llamada
telefónica a su casa, su esposa le dijo: “conmigo no tienes nada”. Odilón se
dio a la tarea de juntar dinero para regresar a su casa, en donde no fue recibido y no
sólo no lo dejaron entrar, sino que tampoco lo dejaron ver a sus hijos.
Comenzó a vivir una gran depresión,
consiguió trabajo conduciendo un taxi y trabajaba sólo el tiempo necesario para
sacar $100 pesos para cubrir sus gastos, y el resto del día pasarla dormido en casa de la familia de su
hermana, en donde había sido acogido. Al poco tiempo descubrió que su esposa
estaba con otro hombre. “Quería comprar una pistola para tronar al tipo, cuando en ese momento
empiezo a escuchar un programa en Radio María en donde empiezan a decir toda mi
historia: ´¿estás viviendo una infidelidad?, dale gracias a Dios; si estás
deprimido ve a visitar al Santísimo; si vas manejando vete a un templo, ahí va
haber un Sagrario, Dios tiene un regalo para ti´ en ese momento yo estaba
justamente afuera de un templo, así que me bajé y entré al templo, lloré y le dije a Dios: - ¿Tú me vas a dar un
regalo?... en ese momento sentí como un calor muy fuerte e intenso, como un abrazo...”.
Sin embargo la prueba no había
concluido, su cuñado, temiendo por sus hijas, le pidió que buscara otro lugar
dónde quedarse. Odilón fingió tener a dónde irse y salió de la casa de su
hermana para irse a vivir a su camioneta, en donde vivió durante dos meses y en
donde siguió escuchando Radio María y muy especialmente el programa “Para
Florecer”, conducido por Lupita Venegas, presidenta de Valora, Conciencia en
los Medios, que fue el programa que sintió que le hablaba y le describía toda
su historia."Ella te va a pagar", dijo en una ocasión refiriéndose a la Virgen María; Odilón ha decidido trabajar para Ella. |
Empieza el cambio y llegan las
bendiciones
Con ese alimento espiritual, dejó de
ver sus problemas, “empecé a visitar a los enfermos, veía que los enfermos
necesitaban más que yo”, poco a poco transformó su vida, asistió a retiros,
visitaba al Santísimo y recibía la Eucaristía diario, incluso se hizo
“hormiguita” de Radio María, es decir que colabora en la promoción de la
radiodifusora.
En una ocasión, estando ante el
Santísimo, en la Capilla de Radio María, escuchó la voz que le hablaba cada
mañana por la radio y salió de inmediato,
porque deseaba conocer a aquella mujer. Ve entonces a Lupita Venegas charlando con otra
persona, en ese momento ella gira su cabeza y lo ve. Lupita le dice a la
persona con quien platicaba: -Permíteme un momento. Y se dirige hacia Odilón,
lo ve, lo abraza y le dice: -Te quiero, te quiero con el amor de Cristo; y sin
hablar con él, sin conocer su dolor ni sus problemas, le otorgó una beca para
asistir a un curso del Perdón. También lo llevó ante el Santísimo y comenzó a
pedir por él.
Odilón todavía enmudece al contar su testimonio, pero recupera el aliento y continua con la historia. Acudió a las instalaciones de
Valora para tomar el curso del Perdón, y un día, al presentarse en la Recepción
para registrarse, escuchó agobiada a la recepcionista hablando por teléfono y
se ofreció a ayudarla, ella le explicó que Lupita Venegas estaba en el
aeropuerto, debía tomar un vuelo a Estados Unidos y había olvidado su bolso con sus
documentos y su boleto en las instalaciones. Trató entonces de ayudar dando
opciones de dónde buscar el bolso y sugirió el auto de Lupita, y aunque le
respondieron que ahí ya habían buscado, de todas formas lo fue a buscar y lo vió
desde afuera. Inmediatamente dio aviso y le notificaron a Lupita que habían
encontrado el bolso. Ella le pidió a la recepcionista que tomara un taxi y se
lo llevara al aeropuerto, pero se enfrentaba con el problema de que en las
instalaciones no había recursos económicos para pagar ese traslado; entonces
Odilón se ofreció a llevarla al aeropuerto.
Llegaron a tiempo para entregar el
bolso y el Señor le obsequió una prueba más de su amor salvándolo de una multa
de $25,000, lo cuenta Odilón:
“Yo no sabía que había multas por sacar
pasaje del aeropuerto, cuando dejamos la bolsa llegó un agente de Tránsito y me
quiso multar porque traía conmigo “una pasajera”, que no era otra sino la
recepcionista de Valora, pero yo le expliqué que no la subí en el aeropuerto,
sino que habíamos traído un encargo. A su insistencia, le dije que yo trabajaba
para Dios, y le extendí una tarjeta de Radio María con la estampa de la Virgen
María diciéndole: "Contémplala a Ella, Ella te lo va a pagar todo”. El elemento
de Vialidad se molestó mucho con ese comentario, pero lo dejó ir y lograron
salir del aeropuerto sin que se les aplicara ninguna multa.
Pero aún le esperaba otro regalo.
Lupita preguntó quién había llevado a la recepcionista al aeropuerto y lo citó
para el siguiente lunes temprano, en esa reunión le refirió lo importante que
había sido su ayuda, porque gracias a él había viajado a Estados Unidos para
dar una conferencia ante miles de personas y había tocado muchas almas:
- - ¿Qué puedo hacer
por ti?, le preguntó la conferencista.
- - Nada, ya has hecho
mucho por mí, yo ahora estoy en paz, respondió Odilón.
En esa reunión pudo contarle su
historia, y a cambio recibió el ofrecimiento de ser el chofer de Radio María y
de Valora, puesto en el que tiene 18 años y tiene la fortuna de llevar a Lupita
Venegas a prácticamente todas sus conferencias.
En esta nueva historia de su vida,
Odilón ha sido testigo de muchos milagros y personalmente ha tenido la fortuna
de ser portador de la semilla para el cambio en la vida de muchas personas, ya
que sigue conduciendo un taxi y prestando el servicio a quien lo necesita
durante sus tiempos libres, y es el momento que aprovecha para dejar alguna
palabra de ánimo.
Al conocer los testimonios de los
pasajeros del taxi de Odilón, Lupita Venegas se dio cuenta de que a través del
taxi se podía hacer mucho bien, por ello lo instó a que reuniera un grupo de
taxistas para evangelizarlos y formaron así los Taxistas de María, un grupo de
taxistas que promueven la Palabra de Dios.
Odilón, por su parte, se ha preparado,
tomó cursos de demoniología y actualmente colabora con un sacerdote de
liberación.
Respecto a su vida personal, con un nudo en la garganta recuerda que recientemente se reunió con su hija mayor, quien le inyectó nuevas fuerzas para
mantener viva la esperanza por su familia, mientras, seguirá luchando por
librar los resentimientos que ellos pudieran tener contra él para volverse a
reunir algún día.
Me encantó este artículo. Muy emotivo y motivador. Felicidades!!!
ResponderBorrarHola! Gracias por este artículo. Así sabemos cómo está odi. Somos amigos de la infancias y me da gusto saber de él. Salúdamelo por favor.
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