Una gran familia misionera que vive el evangelio. Foto de Carlos Toriz. |
Claudia Ortiz
En los primeros versículos del libro de Hechos de los
Apóstoles, San Lucas evangelista describe la formación de las primeras
comunidades cristianas, luego de la muerte, resurrección y ascensión de Nuestro
Señor Jesucristo:
“Acudían diariamente al
Templo con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y
tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y
gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el Señor agregaba al
grupo a los que cada día se iban salvando.” (HCH 2, 46-47)
“La multitud de los
creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes
como propios, sino que todo lo tenían ellos en común. Los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder. Y gozaban todos
de gran simpatía.” (HCH 3, 32-33
Lo que aquí se cita ocurrió en Jerusalén antes del año 61
después de Cristo, cuando sucedió el prendimiento de Pablo en Roma. El
surgimiento de la Iglesia católica tuvo muchos años muy florecientes, por lo
que estas comunidades fueron creciendo y multiplicándose por varios años y
lugares en el mundo, conforme los apóstoles de Jesús y sus discípulos avanzaron
para anunciar la Palabra del Señor.
Regresar al origen
Desgraciadamente para nosotros, a lo largo de la historia, el
modelo comenzó a extraviarse y el egoísmo y la soberbia ha hecho que cada vez
más personas se preocupen sólo de sus propios intereses. En muchos hogares dejaron
de enseñarse las virtudes, y por consiguiente su práctica.
Sin la práctica de las virtudes una persona no está dispuesta
a servir en el interior de su familia y mucho menos fuera de ella; pero estamos
llamados al amor y si se desea agradar al Señor y hacer su voluntad, debemos
regresar al modelo original.
¿Es posible hacerlo casi dos mil años después? Sí, sí es
posible y está en nosotros el lograrlo. Cada Semana Santa se llevan a cabo
varios “ensayos” con muy buenos resultados en distintas comunidades, no sólo en
México, sino en más de 30 países en el mundo.
La Misión inicia con la instalación de las casas de campaña. |
Aunque hay otras experiencias al respecto, hablaré aquí de lo
que promueve el movimiento Regnum Christi, a través de su área: “Juventud y
Familia Misionera” que organiza una
“Megamisión” con la participación de alrededor de veinte mil misioneros laicos,
en gran parte familias
completas que se apegan a un reglamento que en realidad
debe ser la base que rija nuestro modo de vivir todos los días.
En el caso de Familia Misionera, varias familias son
asignadas a misionar una comunidad y para su estancia ahí instalan “un
campamento” en donde toman sus alimentos y pasan la noche.
Cerca de la fuente
Una parte muy importante de las misiones: La oración. |
El sostén de la misión es la oración, desde que los
misioneros abren los ojos por la mañana, su primer pensamiento está llamado a alabar
a Cristo Rey, con su oración y su canto. Cuando nuestro primer pensamiento es
para Dios, para alabarlo, tenemos una parte de la batalla, ya ganada.
En un día común durante la Semana Mayor, los misioneros son
despertados con música de alabanza a Dios, todos deben alistarse para acudir al
templo a rezar los Laudes, realizar una meditación y ofrecer todas sus obras,
así como participar en la Celebración de la Santa Misa. Actitud de fe que debe
ser adoptada en nuestra vida cotidiana para abandonar en manos del Señor todas
nuestras actividades.
De regreso en el campamento y después del desayuno, cada
misionero debe recoger sus trastes y lavarlos, lo que ocurre en cada uno de los
alimentos del día. Esto, además de que los miembros de cada campamento,
divididos en equipos, deben rolarse las labores, como mantenerlo limpio, asear
los baños, ayudar en la cocina y el servicio al momento de los alimentos. Todo
esto debe de traducirse en una disposición de servicio y ayuda que debe ser
permanente, lo cual se debe propiciar una disposición permanente de ayuda en
cualquier tarea en casa, en nuestra vida cotidiana, y desde el más chico hasta
el más grande deben vivir en clave de servicio y ayuda, siempre con una
sonrisa.
La característica de un misionero: La alegría y la sana convivencia. Foto de Carlos Toriz. |
¿Dar o recibir?
Como hermanos, los pobladores y los misioneros. Foto de Carlos Toriz. |
Misioneros y gente del pueblo comparten incluso, partidos de futbol. |
Después de las misiones, la mayoría de los testimonios de las
familias incluyen en algún momento de su discurso: “yo vine a dar y recibí más
de lo que dí”.
Y es que al momento de llevar, cada uno de los misioneros,
una actitud de servicio, de asistir con la disposición de donarse, todo para la
mayor Gloria de Dios, el Señor obra en ese corazón dispuesto y todo transcurre sin
críticas, ni quejas, hace que el ambiente en general, sea agradable, pues se
respira la caridad.
Por otro lado, sucede que al visitar los hogares con el fin
de llevar la Palabra de Dios, el saludo del párroco del lugar y el aliento para
que la fe no decaiga, independientemente de la situación espiritual de la
familia que se visita, en general los misioneros se encuentran con familias que
abren las puertas de par en par a quienes llegan en el nombre de Jesucristo;
pero también abren su corazón y se explayan en sus dudas, miedos o conflictos.
Opera ahí el asunto de que “somos hermanos”, entonces misionados y misioneros
se unen en una oración de intercesión pidiendo “unos por otros”.
Las misioneras imparten catecismo a los niños del pueblo.
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Jovenes y adultos reciben charlas y conviven. |
De bendición en bendición
Rezando el Santo Rosario, misioneros y pobladores. |
El sacerdote asiste también a dar formación a los misioneros. Foto de Carlos Toriz. |
Ella sus peticiones.
Además, es una bendición, contar con la asistencia y
compañía
permanente de un sacerdote que acompaña a
los misioneros de cada campamento y los asiste
espiritualmente con la confesión, consejo y formación.
El sacerdote incluso da ejemplo de obediencia y servicio al ponerse
a las órdenes del párroco del lugar y apoyarlo en lo que requiera, tanto en la administración
de los sacramentos a todos los fieles, como en la Celebración de la Liturgia.El sacerdote Legionario de Cristo que acompaña a los misioneros en el campamento, da ejemplo de obediencia |
los misioneros de cada campamento y los asiste
espiritualmente con la confesión, consejo y formación.
Triduo Pascual
No en vano a la Semana Santa, se le conoce como la Semana
Mayor. Una parte importante de las misiones son acompañar al pueblo y asistir
al párroco, durante el Triduo Pascual, en que recordamos las grandes verdades
de nuestra fe. Jesucristo se quedó con nosotros en el pan y el vino y murió por
nosotros, sí, pero también resucitó y ¡está vivo! En las fotos, los misioneros ayudan para el desarrollo del Viacrucis. |
Qué alegría tan grande acompañarlo en las Celebraciones
Litúrgicas, especialmente la de Fuego Nuevo, verlo resucitar con Gloria y
Majestad, y regresar a casa con esa alegría, con la certeza de que Jesús está
vivo y habita en cada uno de nosotros para que hagamos esta labor: extender su
reino en la tierra, con el esfuerzo diario de estar en permanente oración, en
clave de donación y caridad y hacerlo con alegría.
Las Misiones no son otra cosa si no un ensayo de lo que las
comunidades cristianas debemos vivir, primero al interior de nuestros propios
hogares, cada uno desempeñando su función y con la disposición de ayudar a otros
con el gozo que sólo puede provenir de una relación estrecha con el Señor,
fruto de la oración y de la formación y crecimiento en virtud.
Todo un reto
Lograr mantener esta relación con Dios, la disposición del
tiempo necesario para realizar nuestras oraciones, incluso las de la noche, en
el ritmo acelerado de la vida cotidiana, es todo un reto, pero no es imposible;
puede darse con el abandono en Dios y su Santa Voluntad, dejando poco a poco
las cosas del mundo, principalmente en estos tiempos: la televisión, el celular
y cualquier otro tipo de placer que nos quite el tiempo que podríamos destinar
a nuestra oración con el Señor.
Así como la encomienda de los misioneros en cada comunidad es
asistir al Señor Cura, tanto durante la Semana Santa como en visitas
posteriores; en sí la Misión consiste en ser instrumento del Señor, llegar a
las casas y hablar de Él con el hermano, y esto sólo puede ocurrir cuando hay
disposición y docilidad, para que el Espíritu Santo pueda hablar y actuar a
través del enviado.
Que todos estos ensayos nos lleven finalmente a lograr
convivir con tanta entrega, armonía y paz que cualquiera que nos vea pueda
decir: “míralos cómo se aman” Sería un anticipo del cielo en la tierra, vale la
pena intentarlo.
Que interesante que toda la gente que participa en esto, tiene como objetivo volver a ese modelo en el que se practiquen las virtudes dentro y fuera de la familia. Que bueno es saber que aún hay gente que se preocupe de cosas más profundas que sus propios intereses.
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