martes, 10 de mayo de 2016

Eligió ser mamá de 12 hijos

·         Naty y Fernando siempre estuvieron abiertos a la vida

Naty de Anda madre joven y feliz con sus once hijos.
 Por Claudia Ortiz
Cuando se habla de la igualdad entre hombre y mujer, Naty lo tiene muy claro, los varones y las féminas no somos iguales porque los primeros no tienen la capacidad ni posibilidad de engendrar vida ni de dar de comer de sí mismos, ese es un don que Dios sólo dio a la mujer y a cuya bendición, desde el noviazgo, ella y Fernando estuvieron abiertos.
Su voz es toda una autoridad en el tema, pues dio a luz a once hijos y una pequeña más que se quedó en el camino y que parió muerta a los cinco meses de embarazo.
Ella y Fernando, su esposo, lo planearon así desde el noviazgo, ambos deseaban doce hijos y Dios se los concedió, y a estas alturas, que tiene hijos de los 32 a los 12 años de edad, Naty asegura que si tuviera oportunidad de elegir una vez más, volvería a elegir a este “príncipe azul” –así se refiere a su esposo Fernando Guzmán- y estaría nuevamente abierta a la vida.


La formación solidaria y su amor por la vida
Naty nació en San Juan de los Lagos, es hija de Don Pedro y María de Jesús. Junto con sus ocho hermanos, pasaba sus vacaciones en el rancho y considera que esas vivencias, de dos meses completos año tras año, rodeada de la naturaleza, fueron de gran influencia para apreciar la vida y valorarla. Entre sus experiencias, le tocó ver en varias ocasiones el nacimiento de diferentes animalitos, o cómo las gallinas cacaraqueaban al poner un huevo, y todo aquello le causaba gran admiración.
Igualmente le tocó darle el justo valor a los recursos, como el agua, que había qué acarrearla para poder bañarse. Esos dos meses la hicieron también consciente, relata, de la importancia de ser solidarios, de compartir con los que menos tienen y por un lado, ahorraba lo que le daban durante el año, para comprar papel y lápices, y en vacaciones enseñaba a leer y escribir a la gente que en el rancho no tenían posibilidad de ir a la escuela. Otra cosa que despertó su conciencia fue el ver que la ropa que ya no necesitaba, era utilizada por esa gente del rancho. Todas estas experiencias y las vividas en el hogar forjaron su carácter, que después le servirían en su propia vida familiar.

La historia sobre su príncipe azul
Naty de Anda conoció a Fernando Guzmán en Cuernavaca, en la boda de unos amigos en común, desde que él la vio en la Iglesia, “puso el ojo en ella” y ya en la fiesta, en cuanto tocó la música, la invitó a bailar y fueron compañeros durante toda la velada.
Después de la boda de sus amigos, Fernando la siguió buscando, pero Naty no estaba segura de que debiera “darle entrada” ella lo veía muy formal, era abogado, director de Sears en aquel entonces, vestía de traje, “y yo era una escuincla”, compartió.
En una ocasión, tuvo que recurrir a él para que le ayudara con una tarea y orientada por su amiga Lupita, en discernimiento, pudo darse cuenta de que sí era su “príncipe azul”. Habían transcurrido siete meses antes de que aceptara una cita con Fernando y se hicieron novios el 9 de noviembre de 1980. Después de 1 año y 9 meses de noviazgo, el 26 de junio de 1982, se casaron en el convento de Coyoacán, Fernando a los 24 y ella con 19 años de edad.

Su exitoso proyecto familiar en común
Desde el noviazgo, Fernando y Naty coincidieron en un proyecto en común: Su deseo por tener 12 hijos, y si por algún problema físico de alguno no pudieran tenerlos, los adoptarían, ese era su plan. Así que cuando se casaron, frente al altar, con gran seguridad Naty aseguró su disposición por tener los hijos que Dios le diera, doce hijos eran su propuesta, en una década en la que la tasa de hijos era de 4.33 por mujer y bajaba paulatinamente, según cifras del INEGI.
Sus primeros seis meses de casados los vivieron en la ciudad de México, lugar de origen de Fernando, ya casada e incluso embarazada, Naty concluyó sus estudios de Relaciones Industriales en la Universidad Iberoamericana; sobre esa época recuerda que le tocó estudiar “en los gallineros”, es decir en las aulas improvisadas en el estacionamiento de la Universidad, luego de que los edificios se derrumbaron con un sismo en 1979.
Después de los primeros seis meses de matrimonio llegó al hogar de los Guzmán de Anda una oferta de trabajo para vivir en Guadalajara, y no lo dudaron, pues además el sueño de Fernando era ser tapatío, y de esta forma lo sería al menos por adopción.
Así que prácticamente recién casados, se mudaron a Guadalajara, Naty ya estaba embarazada y de hecho, para ver cumplido su sueño sobre la familia, Fernando y Naty no se cuidaron con ningún método anticonceptivo y estuvieron abiertos a la vida.
Sus hijos en la actualidad: Marinatti de 32 años, Fernando de 31 años, Marisol de 30 años, Lourdes de 28 años de edad, Santiago de 26 años, Lupita de 23 años, Fátima de 21 años, Rodrigo de 19 años, Montserrat de 17 años, Daniel de 14 años y Rocío de 12 años. Tiene una hija más, con la que completa sus doce hijos, que falleció en el seno materno. Tenía cinco meses de embarazo cuando se comenzó a sentir mal, después de realizarse unos estudios se rompió la fuente y lo único que ella pidió fue que fuera parto normal para que no desbarataran el cuerpo del bebé, así sacaron el cuero de una bebita que le cabía en su mano y que después de practicarle los estudios necesarios pudieron conocer que murió por una infección que no fue detectada a tiempo.

Con Fernando, su príncipe azul.
No fue fácil, pero se logró porque hubo amor
Todos sus embarazos, compartió Naty, fueron de riesgo, en cada uno tuvo connato de aborto por lo que requirió reposo, incluso tuvo cinco hijos prematuros y en el caso del de Lourdes, aún más grave pues el reposo debía ser absoluto, de no levantarse de la cama, pero ella no se desalentó y se dedicó esos meses a bordar y tejer, es decir que aceptó ese don de la maternidad, se comprometió con él, y se cuidó para que se lograra ese ser, fue un milagro, asegura.
Y agregó que los embarazos eran tan complicados, que hubiera sido muy fácil decidir quedarse sólo con un hijo, pero –sostuvo- “Es maravilloso cuando Él te invita a construir un ser humano y que seas  privilegiado, cuántas personas quieren tener un bebé y no pueden hacerlo”, reflexionó.
Aseguró que la facilidad del proyecto y misión de la maternidad está en el discernimiento oportuno, en la elección y la madurez, en tener la conciencia de que después de una relación sexual puede haber un hijo de por medio, en que elijas responsablemente a tu pareja y lo hagas para toda la vida y que estés dispuesto a mantener vivo el amor.
Ellos así lo hicieron, siguen teniendo citas y detalles, sobre todo cuidan los espacios para ambos. Él por su parte, hizo su elección, y ella pudo discernir que se trataba del indicado. Naty alertó sobre lo grave que es casarse sólo por salirse de casa y, por otro lado, en el peligro que corren esas parejas que antes de casarse están el uno sobre el otro, y después del matrimonio están uno en cada esquina.
Ella por su parte tiene sus detalles para mantener vivo el amor, como dejarle “multas” en el auto con consignas como: “me debes 500 besos” o “me debes una cena”, así recomendó, hay qué decirle todos los días “te amo”, “qué guapo estás” y mandarle mensajes.
Para respetar sus espacios, por lo menos una vez a la semana tienen una cita para desayunar, comer  o cenar, y al menos una vez al año salen de viaje, siempre que es posible, ellos solos. Destacó que cuidar el matrimonio es muy importante porque si no, cuando los hijos se casan y te quedas sola con el marido, dices “quién es este fulano que está al lado mío, porque ni lo conoces, se unieron y se dedicaron a los niños y no hubo más contacto.”
Otra parte que ella tuvo qué cambiar fue que aunque no le gustaba, adquirió el hábito de leer el periódico, para tener un punto de comunicación con su esposo; ejemplificó que en otros casos, las mujeres pueden sentarse a ver el futbol con sus esposos o acercarle una botana siempre que lo haga,  o cualquier detalle como estos para demostrarle que estás enamorada.

Más barato por docena y otras experencias
Su hija menor tiene 12 años, ya tiene dos hijos casados y tiene un nieto, y Naty se sigue refieriendo a la maternidad como algo maravilloso, algo para lo que “Dios te da la fortaleza, lo que necesitas, vas madurando, vas agarrando experiencia”. Y finalmente los hijos grandes, de acuerdo a su experiencia, siempre son un gran apoyo, de tal forma que no resulta tan pesado tener hijos de tan diferentes edades.
P. ¿Qué le dicen sus hijos al enfrentarse a un mundo donde las familias tienen cada vez menos hijos?
R. Es diferente cuando los has querido tener a cuando tú decides no tener hijos.  Cuando esperaba a mi cuarto bebé, les dí la noticia de que estábamos esperando el cuarto bebé y estaba con nosotros una amiguita, y me dice: -¿cómo se te ocurre tener otro bebé si yo soy la segunda y mis papás no me quisieron tener?.
P. ¿Ha sido una bendición toda esta experiencia?
R. A veces veo a mis hijos que les cuesta trabajo porque ven que sus amigos viajan más, tienen mejor coche, pero al final se dan cuenta de que gracias a que dijimos sí papá y mamá están aquí, porque alguna vez que alguno me cuestionó y yo le dije, a ver, ¿a quién quito de los 11?
Lo cierto es que es un camino de aprendizaje y errores, y con toda seguridad por algunos de ellos los hijos sufren, “y les pido perdón” –compartió- “a veces en un pleito no sabes cómo empezó ni a quien regañar, si al de arriba, al de abajo o al de enmedio y regañas al que menos tuvo la culpa, pero te disculpas”.
Naty recordó una ocasión, en la que estando ella embarazada y con alguno de sus hijos chico, su esposo llevó al resto de los niños al cine, a ver la película “Mas barato por docena”, y cuando regresaron les preguntó que cómo les fue, que qué les había parecido la película, y la respuesta de uno de sus hijos fue “más o menos como aquí”.

Fernando y Naty con sus once hijos y su primer nieto.
 De economía y administración
¿Cómo mantener a tantos hijos? Naty considera que Fernando ha sido buen proveedor y juntos han sido buenos administradores, porque hay familias que tienen dos hijos y quieren todo el tiempo darles lo mejor, y creen que porque gastan mucho, eso es lo mejor, pero en realidad hay qué revisar si es así; en cambio cuando se tienen once hijos, se administra lo que hay y es posible que hasta se gaste menos.
Le pasó que en una ocasión le pidieron prestado un bambineto y por extraño que pareciera, tuvo qué responder que no tenía -¿con tantos hijos?- pero –explicó- siempre se los regalaban o prestaban y cuando los desocupaba encontraba a alguien que tenía más necesidad.
Respecto a la administración del tiempo, había qué hacer una lista con los compromisos de cada uno y revisar para ver cuál asunto era el más importante, y ellos entendían cuando su mamá no podía estar con ellos. De hecho una de las ventajas del gran número de hijos –cuenta Naty- si bien es cierto que no siempre puede ayudar a todos en sus necesidades, es maravilloso cuando entre hermanos se apoyan, siempre hay alguien que sale a ayudar al otro, “cuando tú estás dispuesto a dar también enseñas a tus hijos a darse a los demás y también a apoyar a la familia” y cuando ha sido necesario, los hijos han salido además a dar su apoyo al papá o a la mamá, además de entre hermanos.
Finalmente, respecto al amor, Naty también comprendió que tenían qué sentirla presente y se asegura cada día de estar por lo menos diez minutos con cada uno de sus hijos y darles diez abrazos todos los días. Actualmente, excepto los que trabajan, comen juntos todos los días, y el domingo se quedan en casa para recibir a los que están casados.
Además de esta misión de la maternidad que Naty se tomó con gran compromiso y conciencia, tiene dos apostolados, uno de ellos es el Manto de la Virgen de Guadalupe y otro el programa de radio “La alegría de abrirse a la vida” que se transmite los martes de 10 a 11 am por Radio María, en el 920 de AM.
Claudia Ortiz
@claudiaortizdev
devazquez21@gmail.com

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