· Naty y Fernando siempre estuvieron abiertos a la vida
Naty de Anda madre joven y feliz con sus once hijos. |
Cuando se habla de la igualdad entre hombre y mujer, Naty lo
tiene muy claro, los varones y las féminas no somos iguales porque los primeros
no tienen la capacidad ni posibilidad de engendrar vida ni de dar de comer de
sí mismos, ese es un don que Dios sólo dio a la mujer y a cuya bendición, desde
el noviazgo, ella y Fernando estuvieron abiertos.
Su voz es toda una autoridad en el tema, pues dio a luz a
once hijos y una pequeña más que se quedó en el camino y que parió muerta a los
cinco meses de embarazo.
Ella y Fernando, su esposo, lo planearon así desde el noviazgo,
ambos deseaban doce hijos y Dios se los concedió, y a estas alturas, que tiene
hijos de los 32 a los 12 años de edad, Naty asegura que si tuviera oportunidad
de elegir una vez más, volvería a elegir a este “príncipe azul” –así se refiere
a su esposo Fernando Guzmán- y estaría nuevamente abierta a la vida.
La formación
solidaria y su amor por la vida
Naty nació en San Juan de los Lagos, es hija de Don Pedro y
María de Jesús. Junto con sus ocho hermanos, pasaba sus vacaciones en el rancho
y considera que esas vivencias, de dos meses completos año tras año, rodeada de
la naturaleza, fueron de gran influencia para apreciar la vida y valorarla. Entre
sus experiencias, le tocó ver en varias ocasiones el nacimiento de diferentes
animalitos, o cómo las gallinas cacaraqueaban al poner un huevo, y todo aquello
le causaba gran admiración.
Igualmente le tocó darle el justo valor a los recursos, como
el agua, que había qué acarrearla para poder bañarse. Esos dos meses la
hicieron también consciente, relata, de la importancia de ser solidarios, de
compartir con los que menos tienen y por un lado, ahorraba lo que le daban
durante el año, para comprar papel y lápices, y en vacaciones enseñaba a leer
y escribir a la gente que en el rancho no tenían posibilidad de ir a la
escuela. Otra cosa que despertó su conciencia fue el ver que la ropa que ya no
necesitaba, era utilizada por esa gente del rancho. Todas estas experiencias y
las vividas en el hogar forjaron su carácter, que después le servirían en su
propia vida familiar.
La historia sobre su
príncipe azul
Naty de Anda conoció a Fernando Guzmán en Cuernavaca, en la
boda de unos amigos en común, desde que él la vio en la Iglesia, “puso el ojo
en ella” y ya en la fiesta, en cuanto tocó la música, la invitó a bailar y fueron
compañeros durante toda la velada.
Después de la boda de sus amigos, Fernando la siguió buscando,
pero Naty no estaba segura de que debiera “darle entrada” ella lo veía muy
formal, era abogado, director de Sears en aquel entonces, vestía de traje, “y
yo era una escuincla”, compartió.
En una ocasión, tuvo que recurrir a él para que le ayudara
con una tarea y orientada por su amiga Lupita, en discernimiento, pudo darse
cuenta de que sí era su “príncipe azul”. Habían transcurrido siete meses antes
de que aceptara una cita con Fernando y se hicieron novios el 9 de noviembre de
1980. Después de 1 año y 9 meses de noviazgo, el 26 de junio de 1982, se
casaron en el convento de Coyoacán, Fernando a los 24 y ella con 19 años de
edad.
Su exitoso proyecto familiar
en común
Desde el noviazgo, Fernando y Naty coincidieron en un
proyecto en común: Su deseo por tener 12 hijos, y si por algún problema físico
de alguno no pudieran tenerlos, los adoptarían, ese era su plan. Así que cuando
se casaron, frente al altar, con gran seguridad Naty aseguró su disposición por
tener los hijos que Dios le diera, doce hijos eran su propuesta, en una década
en la que la tasa de hijos era de 4.33 por mujer y bajaba paulatinamente, según
cifras del INEGI.
Sus primeros seis meses de casados los vivieron en la ciudad
de México, lugar de origen de Fernando, ya casada e incluso embarazada, Naty
concluyó sus estudios de Relaciones Industriales en la Universidad
Iberoamericana; sobre esa época recuerda que le tocó estudiar “en los gallineros”,
es decir en las aulas improvisadas en el estacionamiento de la Universidad, luego
de que los edificios se derrumbaron con un sismo en 1979.
Después de los primeros seis meses de matrimonio llegó al
hogar de los Guzmán de Anda una oferta de trabajo para vivir en Guadalajara, y
no lo dudaron, pues además el sueño de Fernando era ser tapatío, y de esta
forma lo sería al menos por adopción.
Así que prácticamente recién casados, se mudaron a
Guadalajara, Naty ya estaba embarazada y de hecho, para ver cumplido su sueño sobre
la familia, Fernando y Naty no se cuidaron con ningún método anticonceptivo y
estuvieron abiertos a la vida.
Sus hijos en la actualidad: Marinatti de 32 años, Fernando
de 31 años, Marisol de 30 años, Lourdes de 28 años de edad, Santiago de 26
años, Lupita de 23 años, Fátima de 21 años, Rodrigo de 19 años, Montserrat de
17 años, Daniel de 14 años y Rocío de 12 años. Tiene una hija más, con la que
completa sus doce hijos, que falleció en el seno materno. Tenía cinco meses de
embarazo cuando se comenzó a sentir mal, después de realizarse unos estudios se
rompió la fuente y lo único que ella pidió fue que fuera parto normal para que
no desbarataran el cuerpo del bebé, así sacaron el cuero de una bebita que le
cabía en su mano y que después de practicarle los estudios necesarios pudieron
conocer que murió por una infección que no fue detectada a tiempo.
Con Fernando, su príncipe azul. |
No fue fácil, pero se
logró porque hubo amor
Todos sus embarazos, compartió Naty, fueron de riesgo, en
cada uno tuvo connato de aborto por lo que requirió reposo, incluso tuvo cinco
hijos prematuros y en el caso del de Lourdes, aún más grave pues el reposo
debía ser absoluto, de no levantarse de la cama, pero ella no se desalentó y se
dedicó esos meses a bordar y tejer, es decir que aceptó ese don de la
maternidad, se comprometió con él, y se cuidó para que se lograra ese ser, fue
un milagro, asegura.
Y agregó que los embarazos eran tan complicados, que hubiera
sido muy fácil decidir quedarse sólo con un hijo, pero –sostuvo- “Es
maravilloso cuando Él te invita a construir un ser humano y que seas privilegiado, cuántas personas quieren tener
un bebé y no pueden hacerlo”, reflexionó.
Aseguró que la facilidad del proyecto y misión de la
maternidad está en el discernimiento oportuno, en la elección y la madurez, en
tener la conciencia de que después de una relación sexual puede haber un hijo
de por medio, en que elijas responsablemente a tu pareja y lo hagas para toda
la vida y que estés dispuesto a mantener vivo el amor.
Ellos así lo hicieron, siguen teniendo citas y detalles,
sobre todo cuidan los espacios para ambos. Él por su parte, hizo su elección, y
ella pudo discernir que se trataba del indicado. Naty alertó sobre lo grave que
es casarse sólo por salirse de casa y, por otro lado, en el peligro que corren
esas parejas que antes de casarse están el uno sobre el otro, y después del
matrimonio están uno en cada esquina.
Ella por su parte tiene sus detalles para mantener vivo el
amor, como dejarle “multas” en el auto con consignas como: “me debes 500 besos”
o “me debes una cena”, así recomendó, hay qué decirle todos los días “te amo”,
“qué guapo estás” y mandarle mensajes.
Para respetar sus espacios, por lo menos una vez a la semana
tienen una cita para desayunar, comer o
cenar, y al menos una vez al año salen de viaje, siempre que es posible, ellos
solos. Destacó que cuidar el matrimonio es muy importante porque si no, cuando
los hijos se casan y te quedas sola con el marido, dices “quién es este fulano
que está al lado mío, porque ni lo conoces, se unieron y se dedicaron a los
niños y no hubo más contacto.”
Otra parte que ella tuvo qué cambiar fue que aunque no le
gustaba, adquirió el hábito de leer el periódico, para tener un punto de
comunicación con su esposo; ejemplificó que en otros casos, las mujeres pueden
sentarse a ver el futbol con sus esposos o acercarle una botana siempre que lo
haga, o cualquier detalle como estos
para demostrarle que estás enamorada.
Más barato por docena
y otras experencias
Su hija menor tiene 12 años, ya tiene dos hijos casados y
tiene un nieto, y Naty se sigue refieriendo a la maternidad como algo
maravilloso, algo para lo que “Dios te da la fortaleza, lo que necesitas, vas
madurando, vas agarrando experiencia”. Y finalmente los hijos grandes, de
acuerdo a su experiencia, siempre son un gran apoyo, de tal forma que no
resulta tan pesado tener hijos de tan diferentes edades.
P. ¿Qué le dicen sus hijos al enfrentarse a un mundo donde
las familias tienen cada vez menos hijos?
R. Es diferente cuando los has querido tener a cuando tú
decides no tener hijos. Cuando esperaba
a mi cuarto bebé, les dí la noticia de que estábamos esperando el cuarto bebé y
estaba con nosotros una amiguita, y me dice: -¿cómo se te ocurre tener otro bebé
si yo soy la segunda y mis papás no me quisieron tener?.
P. ¿Ha sido una bendición toda esta experiencia?
R. A veces veo a mis hijos que les cuesta trabajo porque ven
que sus amigos viajan más, tienen mejor coche, pero al final se dan cuenta de que gracias a que dijimos sí
papá y mamá están aquí, porque alguna vez que alguno me cuestionó y yo le dije,
a ver, ¿a quién quito de los 11?
Lo cierto es que es un camino de aprendizaje y errores, y
con toda seguridad por algunos de ellos los hijos sufren, “y les pido perdón”
–compartió- “a veces en un pleito no sabes cómo empezó ni a quien regañar, si
al de arriba, al de abajo o al de enmedio y regañas al que menos tuvo la culpa,
pero te disculpas”.
Naty recordó una ocasión, en la que estando ella embarazada
y con alguno de sus hijos chico, su esposo llevó al resto de los niños al cine,
a ver la película “Mas barato por docena”, y cuando regresaron les preguntó que
cómo les fue, que qué les había parecido la película, y la respuesta de uno de
sus hijos fue “más o menos como aquí”.
Fernando y Naty con sus once hijos y su primer nieto. |
¿Cómo mantener a tantos hijos? Naty considera que Fernando
ha sido buen proveedor y juntos han sido buenos administradores, porque hay familias
que tienen dos hijos y quieren todo el tiempo darles lo mejor, y creen que
porque gastan mucho, eso es lo mejor, pero en realidad hay qué revisar si es
así; en cambio cuando se tienen once hijos, se administra lo que hay y es
posible que hasta se gaste menos.
Le pasó que en una ocasión le pidieron prestado un bambineto
y por extraño que pareciera, tuvo qué responder que no tenía -¿con tantos
hijos?- pero –explicó- siempre se los regalaban o prestaban y cuando los desocupaba
encontraba a alguien que tenía más necesidad.
Respecto a la administración del tiempo, había qué hacer una lista con
los compromisos de cada uno y revisar para ver cuál asunto era el más
importante, y ellos entendían cuando su mamá no podía estar con ellos. De hecho
una de las ventajas del gran número de hijos –cuenta Naty- si bien es cierto
que no siempre puede ayudar a todos en sus necesidades, es maravilloso cuando
entre hermanos se apoyan, siempre hay alguien que sale a ayudar al otro,
“cuando tú estás dispuesto a dar también enseñas a tus hijos a darse a los
demás y también a apoyar a la familia” y cuando ha sido necesario, los hijos
han salido además a dar su apoyo al papá o a la mamá, además de entre hermanos.
Finalmente, respecto al amor, Naty también comprendió que tenían
qué sentirla presente y se asegura cada día de estar por lo menos diez minutos
con cada uno de sus hijos y darles diez abrazos todos los días. Actualmente, excepto
los que trabajan, comen juntos todos los días, y el domingo se quedan en casa
para recibir a los que están casados.
Además de esta misión de la maternidad que Naty se tomó
con gran compromiso y conciencia, tiene dos apostolados, uno de ellos es el
Manto de la Virgen de Guadalupe y otro el programa de radio “La alegría de
abrirse a la vida” que se transmite los martes de 10 a 11 am por Radio María, en el 920 de AM.
Claudia Ortiz@claudiaortizdev
devazquez21@gmail.com
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