lunes, 18 de julio de 2016

Tocado por María da esperanza a olvidados


“Siento que la Virgen me restituyó lo perdido, soy una vocación fustrada, pero tengo una misión realizada y eso me hace feliz, yo ahora me siento feliz”.

Por Claudia Ortiz
Desde pequeño, Salvador Íñiguez, conoció el mensaje de la Santísima Virgen María, en su advocación de la Reina de la paz, y a lo largo de su vida trató de ignorarlo en dos ocasiones, pero la Virgen le tenía una misión muy especial, llegar a los pobres, a los olvidados, a los pecadores, a los más necesitados, así que la Virgen le hizo un nuevo llamado y después de despotricar contra la Iglesia y de sentir un fuerte odio hacia ella y los sacerdotes, Salvador volvió no sólo sus ojos y su corazón, sino sus manos, sus pies y todo su ser y ahora están consagrados a Dios y a su Madre.
Y su Misión es llevar este amor, este mensaje de esperanza y consuelo a los que creen que no valen nada, que se venden por unos pesos, por eso por las noches visita los prostíbulos y va hablando del Dios y una Madre que los ama a todos, a pesar de su condición, a pesar de su pecado.


En su infancia conoce a María
Aún conserva el libro que le dio su abuelita,
Salvador nació el 3 de julio de 1974 en un hogar católico formado por sus papás Salvador y María del Refugio, él es el menor de los diez hermanos con los que vivió en Cajititlán. En vacaciones, su mamá los llevaba a visitar a su abuela paterna, doña Ramona, que vivía sola luego de que su esposo la abandonara cuando estaba embarazada de Salvador, papá del entrevistado.
Doña Ramona era una ferviente católica y levantaba a sus nietos con oraciones, a las 12 rezaban el Ángelus, después a las 5 una oración al Sagrado Corazón de Jesús, por quien tenía una especial devoción, y no permitía que nadie faltara al rezo del rosario a las 7 de la tarde, pero antes les daba a leer libros sobre su fe, especialmente vidas de santos.
Cuando Salvador tenía diez años de edad, a él le dio el libro: “La Virgen María Habla en Medugorie”, un documento que expone las apariciones de la Reina de la Paz, cuya portada y contenido le impresionaron de gran manera, y si bien antes no le entusiasmaba rezar, después de la lectura de ese libro –durante Semana Santa- la Virgen “se tatuó en mi corazón, mi vida tomó otro sentido porque tenía más conciencia de las cosas espirituales” y también se fortaleció el vínculo afectivo entre él y su abuela, al grado que él se quería quedar a vivir con ella, pero sus papás no lo dejaron porque tenía qué continuar sus estudios.
Se volvió muy fervoroso, ya quería ir a Misa y además le hablaba a todos sobre la Virgen que se aparecía en Medjugorje, un asunto desconocido para muchos.

La burla lo hace dejar a un lado su fe
Su abuela murió cuando Salvador entró a la secundaria, esto fue algo muy duro para él por el lazo afectivo que ya los unía a partir de la fe, y la forma en que se sentía unido a ella era rezando el rosario, así que comenzó a rezarlo más, por ejemplo de ida a su escuela, sin embargo sus compañeros comenzaron a burlarse porque “rezaba como las viejitas”.
Para Salvador fue toda una sorpresa porque él creía que era “normal” rezar el rosario, que todos lo rezaban, cuando descubrió que no era así y sus compañeros comenzaron a burlarse, prefirió abandonar las prácticas religiosas, se avergonzaba de su familia por profesar su fe y empezaron las mentiras con su mamá, a quien le decía que iría a Misa y en realidad se iba con sus amigos a jugar futbol.
En aquella ruptura, si bien se desconectó de las cosas de Dios, nunca quiso realizar ninguna cosa excesiva o contraria a la Voluntad de Dios, por temor al castigo de sus papás y porque sabía que estaba mal; sus amigos, por ejemplo, llevaban revistas pornográficas, pero él no quería verlas.

Una vocación sacerdotal frustrada
Cuando cursaba tercero de secundaria un amigo lo invitó a un grupo juvenil en donde se integró de tal forma que aunque nunca consideró la posibilidad de ser sacerdote, aceptó asistir a un preseminario. Después de vivir esa experiencia “Me encantó, lo aprobé y me quedé”. Finalmente tuvo en claro que quería consagrar su vida a Dios, así que ingresó al Seminario Menor.
Cursó dos semestres totalmente feliz y convencido de su vocación, sin embargo el tercer semestre fue uno de los 283 alumnos que reprobaron Química y que por dicho motivo fueron corridos del Seminario, dijo. A Salvador le afectó tanto que fue a suplicar que no lo corrieran por eso, sin embargo tuvo que firmar una carta en la que afirmaba que el sacerdocio no era su vocación.

Nace un odio a la Iglesia
Este suceso generó un odio a la figura sacerdotal y a la Iglesia, “se me salió de las manos de la forma más horrible. No soportaba ver a un sacerdote, sentí que se burlaron de mi”.
Se regresó molesto y deprimido a vivir con su mamá en Cajititlán por tres años y en una sola ocasión su mamá se acercó y le pidió que no se expresara mal de los sacerdotes y de su Iglesia, y que no dejara de rezar –cosa que Salvador ya hacía-, motivo por el que decidió no hacer sufrir a su mamá e irse a vivir a otro lado.
Se mudó a Guadalajara, rentó un cuarto y tuvo que trabajar en tiendas de autoservicio para solventar sus estudios como enfermero. En aquel tiempo sentía una gran depresión por lo que vivió en el Seminario, por el lugar en donde tuvo que llegar a vivir, el trabajo que tenía y el bajo salario que ganaba.
Creció en él el odio, mientras se generaba en su interior un gran vacío que quiso llenar con cosas materiales, y en cuanto pudo trabajar de enfermero y comenzó a ganar más dinero, procuraba adquirir lo último en cuestión de tecnología, ropa y zapatos de marca. “De todos en el hospital, era el único que no tenía hijos qué mantener así que me mantenía el ego”. Contó que en una ocasión, cuando llegó a su casa y se puso unos zapatos de dos mil pesos, comenzó a llorar, porque se dio cuenta en el interior, que eso no lo llenaba, que por dentro él seguía vacío.
Salvador se alejó totalmente de los sacramentos, prometió jamás volver a colgarse algún crucifico y además siempre que podía se expresaba muy mal de los sacerdotes y de la Iglesia.

Su reencuentro con la Reina de la Paz
Con su muy querida Madre.
Sergio era amigo de Salvador y ocasionalmente lo invitaba a su casa. La mamá de Sergio, la Señora Maru, conocía lo que había pasado con su vocación sacerdotal y sabía de su reciente odio a la Iglesia, por lo que cuando lo veía, siempre le hablaba, de un modo u otro, de la fe, de las oraciones y le regalaba artículos religiosos que al llegar a su casa, Salvador rompía en pedacitos y tiraba a la basura.
En una ocasión, durante una nueva visita a casa de su amigo Sergio, doña Maru le contó a Salvador que recién había llegado de Medjugorje, “un lugar donde se aparecía la Virgen” y le trajo de recuerdo un rosario que había sido colocado en una Mesa en la que durante sus apariciones, la Virgen lo había bendecido. Salvador se sorprendió, recordó a su abuela, pero prevaleció su molestia, tomó el rosario y lo arrojó en su mochila.
Tiempo después, un miércoles 24 de junio, al salir de trabajar, Salvador abordó un camión en el que iba sólo gente mayor, pero cuando en una parada vio subir jóvenes, quiso presumir su celular que ya podía tener música, lo último en tecnología en ese momento, así que sacó el dispositivo y quiso hacer lo mismo con los audífonos, sin embargo estos se atoraron y no lograba sacarlos de la mochila.
Al momento que dio el jalón, salieron los audífonos y también aquel rosario bendito que le regaló doña Maru, y al tomarlo en su mano alcanzó a leer la inscripción tras la Cruz: “Medjugorje” y en ese momento se desconectó de la realidad y se conectó con su pasado, las vivencias con su abuelita se hicieron presentes, así como las líneas de aquel libro sobre las apariciones de la Virgen, en un momento todos esos recuerdos se hicieron vivos, tocaron su corazón y lo sumergieron en un llanto.
De tan sólo recordarlo se conmueve y vuelven las lágrimas. Salvador volvió a la realidad cuando los pasajeros lo movieron para hacerlo reaccionar y le preguntaron si estaba bien, entonces quiso huir del momento, se bajó del camión y se subió a otro, sin fijarse en la ruta que abordó, pero continuó llorando, así que nuevamente se bajó del camión y ya en la calle, vio a un grupo de monjas que ingresaron a un edificio, se acercó y les preguntó si era un convento y si le permitirían entrar a la Capilla. Las religiosas le dieron el acceso y lo condujeron a una Capilla que se encontraba sola y en donde, en un área pequeña, se encontró con una imagen de la Reina de la Paz, tal como la Virgen se presentó en Medjugorje.
Salvador no pudo dejar de llorar, se postró ante ella y comenzó a rezar el rosario como lo hacía muchos años antes. Recuerda que entre sus oraciones le reclamó a la Virgen porque lo dejó solo, “Tú me dijiste que siempre ibas a estar conmigo”, reprochó, y sin tener en cuenta el tiempo, lloró, oró y reclamó, pero abrió su corazón.

Una muestra de que estaría con él
Mientras estaba en su oración, nuevamente sintió que lo movían, esta vez se trataba de un señor que le pidió ayuda para mover una imagen, en ese momento se dio cuenta de que la Capilla estaba llena, había pasado ahí alrededor de tres horas y no se dio cuenta ni del paso del tiempo ni de la llegada de las personas. Ayudó al Señor y caminó hacia la salida pero al llegar al fondo, un sacerdote que estaba en el confesionario lo llamó y le dijo:
-¿Cómo estás? Cuéntame, ¿qué has hecho con tu vida? Tu confesión, ¿en calidad de religioso o de laico?
Esta última pregunta tocó sus recuerdos, sintió odio nuevamente y le aseguró:
-No soy religioso.
-No eres, pero lo fuiste…
Y comenzó a decirle los pecados que efectivamente había cometido, mientras escribía en un papel, mismo que dobló e introdujo al bolsillo de su bata y le dijo:
-Te espero el domingo para una confesión general.
Le dio la absolución, le pidió que se quedara a Misa y que ofreciera a la Virgen su comunión porque era el aniversario de las apariciones de la Virgen de Medjugorje.
Salvador nuevamente se conmueve de tan sólo recordar ese momento tan hermoso de reencuentro con la Madre Santísima que aún le tenía reservado otro regalo.
Después de la Santa Misa se fue a su casa, se recostó y siguió llorando hasta que se despertó al día siguiente y se dio cuenta de que se quedó dormido tal cual llegó, sin siquiera quitarse el uniforme. Después de bañarse, al querer recoger su uniforme, descubrió el papel que el Padre había metido a su bolsa y resultó impactante descubrir que el sacerdote con el que platicó, era justamente el autor del libro de Medjugorje.
Toda esta experiencia, prácticamente mística, tocó su corazón y lo hizo retomar su vida de fe y de oración, asistió el siguiente domingo y se confesó y después tuvo la oportunidad de que el mismo sacerdote se convirtiera en su Director Espiritual. “Para mí la experiencia mística más fuerte en mi vida fue encontrarme con Cristo por medio de la confesión y de la Eucaristía. Sobre todo darme cuenta de su presencia real en nosotros a través de los sacramentos; y trato de verlo y escucharlo pero en mi prójimo”.

El inicio de su Misión
Les habla de Aquel que las ama a prostitutas.
Salvador ingresó a un grupo de oración de la Reina de la Paz, en donde se reflexionaban los mensajes que la Virgen había dado durante sus apariciones en Medjugorje y a raíz de eso se dio todo un gran proceso de conversión, “volver a experimentar el amor de Dios, sentir que me daba la capacidad de perdonar”, buscó entonces al Padre que fue su director espiritual en el Seminario para pedirle perdón  y decirle que lo perdonaba, cuando lo hizo “sentí que me quité una trocada de piedras de encima”.
Desde entonces salía siempre de su casa con imágenes de la Virgen y rosarios, y así como antes se había encargado de despotricar en contra de la Iglesia, ahora se dedicó a pregonar el nombre de Jesús y María y su mensaje de amor. “Cambié radicalmente porque veía gente triste en la calle o drogadictos, y yo iba y les hablaba de Dios: ´Cristo te ama hermano aunque tengas esos vicios…´”. Así en una ocasión, cuando acompañó a un amigo al centro, se le acercó una mujer y le dijo:
-¿Güerito no quieres que te haga el amor?
-No, el que te quiere hacer el verdadero amor se llama Jesucristo.
“Y empecé a entablar un diálogo con ella, y después se acercó otra y también, pero a la otra le dije que cuánto cobraba, no me acuerdo si me dijo que $250 ó $350 y le dije,  pues la verdad cobras muy poquito, ustedes no valen eso… ustedes valen la sangre de Cristo, su precio es incalculable porque fueron comprados a precio de sangre… “.
Contó después esta experiencia a su director espiritual y al paso de un tiempo, un joven de nombre Guillermo ingresó al grupo de Reina de la Paz y comentó que se dedicaba a evangelizar en pandillas pero que quería comenzar a ir a los Prostíbulos, así que platicaron de la experiencia e inquietud que tenía Salvador sobre el asunto, se organizaron, comenzaron a hacer esta labor e iniciaron su apostolado María Reina de la Paz Dame tu Corazón Herido, que ha sido reconocido recientemente por la Arquidiócesis de Guadalajara.
Con este apostolado Salvador pretende que estas personas, las más olvidadas, sepan que tienen un Dios que las ama a pesar de su condición de pecado, y una Madre que aboga por ellas. Además de asistir a evangelizar a los prostíbulos y parroquias donde hay problemas con pandillerismo y drogadicción, también llevan de comer a los indigentes y migrantes.

Un encuentro Mariano ante el Santísimo
Durante la filmación de "Tierra de María"con Juan Manuel Cotelo a su izquierda.
Realizando esta labor conoció a Rubén García, un homosexual convertido, con quien inició una relación de equipo y amistad, y a quien en una ocasión se encontró en el templo de La Merced, cuando iba al Santísimo, Rubén estaba ahí junto con un productor de cine.
Cuando Salvador, a petición de Rubén, se presentó ante los productores como enfermero, le insistió diciéndole “diles qué haces los jueves”, entonces agregó: “Evangelizo en prostíbulos”, y tras el interés del productor español, y abundar sobre su misión, fue invitado a participar en el proyecto “Tierra de María”, un documental que refiere las apariciones de la Virgen Reina de la Paz en Medjugorje.

Y de pronto se encuentra literalmente en la “Tierra de María”
Salvador, Nancy (dueña del castillo en Medjugorje y Rubén García.
Después de todos esos años teniendo una relación con aquella hermosa mujer que se aparecía en Medjugorje y de que en su infancia le hubiera pedido a su abuelita que lo llevara a verla, fue precisamente gracias a esta producción cinematográfica que Salvador fue a Medjugorje.
“La primera vez que yo fui a Medjugorje fue algo muy fuerte para mí, no podía creerlo, y lo que yo experimenté a través de la Reina de la Paz fue un encuentro muy particular con Jesucristo.
“Te impacta ver cómo se vive la Eucaristía en Medjugorje, te impacta ver 965 sacerdotes confesando de la 1 a las 5 de la mañana; ves que la religiosidad ahí tiene un sentido, no es fanatismo. Y otra cosa curiosa, que realmente en Medjugorje lo que uno procura es un encuentro con Jesús, o sea sí es la Virgen, los mensajes, los videntes, pero todo eso queda en un segundo plano, lo primero es el encuentro con Jesús”.
Mirjana y Salvador en Medjugorje.


De su abandono a la Providencia

Su participación en el documental “Tierra de María” de alguna forma lo orilló a cambiar sus actividades, pues luego de su lanzamiento comenzó a recibir invitaciones para dar su testimonio en diferentes ciudades e incluso países, y tuvo que dejar su actividad como enfermero, la que le proveía del sustento.
En un inicio, accedía a cualquier invitación “votaba el trabajo” y pensaba que a su regreso conseguiría otro, pero esto se llevaba su tiempo; además cuando lo invitaban y le preguntaban ¿cuánto cobraba? Respondía: ¿Cómo voy a cobrar si esto es obra de Dios? Pero después el propio Rubén le hizo comprender que debía recibir una ofrenda, pues tenía compromisos económicos como pagar los servicios de la casa en la que vive y que le prestan, así como ayudar a su mamá que es una anciana, dice.
“Hable con Nuestro Señor y con Nuestra Madre y les dije ¿saben qué? Si ustedes me van a querer para que yo me dedique cien por ciento a la obra, yo necesito que mínimo haya tres invitaciones al mes, para yo también pueda vender mi material y sostenerme, y les dije y si en menos de dos meses no hay esas tres invitaciones, yo voto todo y me pongo a trabajar de enfermero… y resulta que no se vinieron tres invitaciones, se vinieron muchísimas más, de hecho hay invitaciones abiertas ahorita a Brasil, Honduras, y algún otro país. Es sólo que les diga sí, y ahora la agenda está saturada y tengo que poner tiempos porque necesito descansar.”
Salvador actualmente hace rosarios y pulseras que vende donde lo invitan a predicar para sostenerse. “No vivo una vida de opulencia, no la necesito; no tengo todo lo que quiero, pero Dios me da lo que necesito y tengo para compartir con hermanos trasvestis y prostitutas.

La anécdota del asaltante que le invitó un agua
Como parte de sus anécdotas de estos años de apostolado, Salvador relata la siguiente:
Una noche que terminó tarde y que varios prostíbulos ya estaban cerrados, iba atravesando por un callejoncito cuando le salió al paso un joven drogado.
“Me salió ese hermanito con una varilla y me dijo que le diera lo que trajera de valor, y yo dije tengo qué enredármelo con algo para platicar, él andaba muy drogado, me pude haber defendido, pero dije es el momento que tengo que aprovechar para entablar una relación con él, entonces lo que hice fue levantar mi rosario y le dije:
-Mi rosario de Medjugorje no.
-¿Tu rosario de qué?
- De Medjugorje
-¿Cómo de que no?
-No, este no te lo voy a dar porque es de mucho valor para mi.
-Pero, ¿qué es eso de Medjugorje?
-¿Cómo que no sabes lo que es Medjugorje?
“Y empiezo a hablar ahí y le explico que es un pueblo donde la Virgen se está apareciendo y está dando mensajes, claro que le valió gorro, me arrebató la mochila y empieza a sacar todo y eran mis rosarios, me los hizo madeja, mis imágenes del Señor de la Misericordia, de la Virgen. Y yo juntándolas y me dice:”
-¿Traes algo aquí de valor?
-Ah sí, mi Biblia, pero también la necesito, no te la puedo dar.
-Yo te veo que cada jueves vienes ahí a la esquina, ¿cómo llegas aquí?, ¿con qué pagas?
-Pago con transvales (porque en ese tiempo estaba estudiando).
-No, tú debes traer algo aquí porque ¿cómo llegas acá?
-Dinero no traigo la verdad.
-No es posible, ¿voy a creer que no traes nada?
-No, no traigo.
-Pero algo debes de traer
-Lo que traigo es mucha sed -porque aparte era en mayo, estaba haciendo calor-.
-¿Y ni siquiera tienes para tomar agua?
-No.
-Vamos aquí a la tienda, yo te compro una botellita.
“Y ya me dio una botellita, nos pusimos a platicar, nos hicimos hermanos, ya después él me ayudaba a poner mi altar, finalmente él murió de una sobredosis de droga.”

Vocación frustrada, misión realizada
Predicando en una comunidad muy pobre de la periferia de Gdl.

Salvador desea consagrarse de tiempo completo a su apostolado, su pendiente para hacerlo es hablar con su director espiritual para concretarlo, “quiero consagrarles mi vida en la calle”, afirmó.
Tiene además un proyecto para instalar una casa que represente para drogadictos, migrantes y prostitutas, un lugar a dónde acudir cuando tengan necesidades espirituales y para que reciban instrucción con talleres de carpintería o repostería, por ejemplo.
Mientras este proyecto se logra llevar a cabo, “el Señor me ha puesto en mi corazón que les proponga a los trasvestis que pongan estéticas de cortes de cabello, y les he empezado a comprar equipo, máquinas, tijeras; es una forma de mostrarles que hay otras oportunidades para no vivir degradando su cuerpo y su vida espiritual”.
“Tengo dinero y Dios me pone a alguien que necesita una silla de ruedas, unas muletas, una despensa, medicinas para los enfermos de VIH, tengo qué ayudarlos, por algo Dios me los dio y me los puso, son mi familia y yo los quiero mucho y como se los he dicho a todos ellos y a algunos en particular, son una bendición en mi vida y yo no hago ya mi vida sin los prostíbulos, la verdad.”
“Siento que la Virgen me restituyó lo perdido, soy una vocación fustrada, pero tengo una misión realizada y eso me hace feliz, yo ahora me siento feliz”.
P. Aquellos que se prostituyen, ¿escuchan el mensaje? ¿Reaccionan ante él? ¿Se puede hacer algo con ellos? ¿Cuál es el mensaje que les llevas?
R. Sí escuchan el mensaje, no todos, algunos lo escuchan, otros no, y es muy respetable, pues en realidad el objetivo de evangelizar en los prostíbulos es que ellos se den cuenta que Dios es un Dios de amor, de perdón y de misericordia. El fruto ya es de Dios, a mí me toca solamente ir a llevar la semillita y listo, el mensaje está centrado totalmente en la misericordia de Dios.
Si deseas ayudar a que se realice el proyecto de la casa para este apostolado María Reina de la Paz Dame tu corazón herido, puedes contactar a Salvador a través de inbox por los siguientes sitios:

Comparte esta historia desde facebook a través del siguiente enlace:
https://www.facebook.com/C%C3%B3mo-se-hace-un-Santo-1688005671461925/?fref=ts
Salvador Iñíguez y Claudia Ortiz.
Claudia Ortiz
@claudiaortizdev
devazquez21@gmail.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario