Por Claudia Ortiz
Un hombre feliz que se dedica a evangelizar y se preocupa por alcanzar la santidad. |
Lo único que a un padre o a una
madre le debe preocupar respecto a su hijo, es que alcance la santidad, sostiene
Rubén García, evangelizador católico que durante la lucha de cada día por
seguir el camino que lleva a la salvación, recorre varias ciudades de distintos
países dando su testimonio y alertando a los padres de familia a que cuiden a
sus hijos.
Él tiene una historia de
homosexualidad, un “defecto” que creyó que era de nacimiento, pero
luego de haber caído en este engaño, escuchó
y atendió el llamado del Señor y ahora cuenta su testimonio “Un homosexual
alcanzado por la misericordia de Dios”.
La historia de una adopción
Cuando tenía un año de edad su
padre falleció y Josefina, su mamá, se vio en la necesidad de buscar un empleo
para sacar adelante a su hijo. Encontró trabajo como afanadora en una residencia,
pero la oferta era de tiempo completo y sin niños. Con mucho dolor ella aceptó
el trabajo y se vio obligada a encomendar el cuidado de su hijo a una prima
hermana que tenía poco tiempo de haberse casado.
De recién dejó a su hijo, no
dejaba de ir a visitarlo, sin embargo al poco tiempo el matrimonio se mudó a un
rancho en San Gabriel, a tres horas de Guadalajara, y eso dificultó su
cercanía. Al mismo tiempo, Rubén fue creciendo e identificando como sus únicos
padres, a los que lo estaban criando.
La falta de amor de padre, determinante en su formación
Ahora entiende que por no ser su
verdadero padre, su papá adoptivo no le dio amor, lo trataba con palabras
fuertes y golpes, y para Rubén ese era un mundo agresivo que le daba miedo. “La
lengua tiene mucho poder para dañar la identidad del niño” advierte y relata
que cuando su papá lo llevaba a sembrar, le tomaba mucha ventaja al pequeño
Rubén y al ver su torpeza para labrar la tierra, le decía, “hágalo como los
hombres”, frase que en su inconsciente le cuestionaba a Rubén sobre lo que él
era entonces.
Recuerda que en una ocasión su
papá le trató de enseñar a amarrar un caballo, pero lo hizo con un tono siempre
agresivo y violento, y Rubén nunca pudo aprender a hacer el nudo, dejó atado al
caballo con un moño.
La definición del rumbo
Entre los 7 y los 8 años de edad,
Rubén se cansó de los tratos de su papá, le pegaba de la nada y menospreciaba
todo lo que hacía, “nada de lo que yo
hacía estaba bien”, así que le dijo: “yo ya no quiero ir con usted, me pega de
la nada, yo me quiero quedar con mi mamá a ayudarle a barrer, a trapear, a
hacer la comida”.
Rubén comenzó a fingir una voz
suave como la de su mamá, se empezó a identificar con ella, y pasó a ser su
heroína. Además la veía sufrir bastante por el hecho de que su papá se ponía
violento y se gastaba el dinero de la comida en alcohol, entonces se proponía
no darle a ella más motivos de sufrimientos.
Su falta de masculinidad complicó su relación con los niños
Mientras cursaba la primaria, la
diferencia en cuestión de sexualidad, comenzó a confundirse, mal entendiendo la
atracción con la admiración de algo que a él le gustaría haber sido.
Pasaba el tiempo del recreo en
una esquina comiendo su lonche, mientras veía a los demás niños jugar futbol,
los veía con admiración, con envidia de lo que quisiera ser, pero era muy
pequeño para entenderlo, y sus sentimientos se confundieron y erotizaron su
“atracción” por los niños, cuando –ahora le queda claro- lo que habría querido
tener es esa capacidad y masculinidad para jugar futbol, así como el ser
aceptado en el grupo de niños.
No era diferente con los adultos,
anhelando la atención por parte de su papá, le llamaba la atención el director
de su escuela, sus maestros, los amigos de su papá que iban a la casa,
cualquier otra persona que de alguna forma lo trataba bien, ya que lo que
necesitaba era afecto, pero lo confundía con otra cosa. Es justo por lo que
siempre subraya que es muy importante que los padres de familia le den a sus
hijos: Afecto, Aprobación y Protección.
La secundaria no fue mejor, los
niños se burlaban de él, porque tartamudeaba, porque hablaba como niña, porque
parecía “mariquita”, así que ir a la escuela se convirtió en algo angustiante,
y mientras por un lado encontró refugio en las niñas, que lo defendían y le
ofrecieron su amistad, por otro lado el mundo masculino le era un misterio y
por eso le atraía. Rubén se sentía diferente, creía que era el único raro, pero
a nadie nunca le dijo nada.
“Nosotros no somos tus papás”
Cuando estaba en secundaria, a la
edad de 12 años aproximadamente, sus papás adoptivos decidieron revelarle la
verdad y le dijeron que no eran sus
verdaderos padres. La noticia fue toda una sorpresa para Rubén y le embargaron
una serie de sentimientos de odio y dolor, primero porque Dios se llevó a su
papá, estaba seguro que él si lo habría tratado con amor, y le habría dado los
abrazos que tanto necesitaba. Se llenó de odio porque el hombre que vio como su
papá todo este tiempo fue muy duro con él, nunca le dio un abrazo ni le dijo
que estaba orgulloso de él. Y en medio de su dolor también le reclamó porque
“lo hizo así, ¿por qué me gustan los niños?”, reclamó.
Como parte de la noticia, le
dijeron a Rubén que su mamá biológica estaba viva y que vivía en Guadalajara.
Él entonces decidió mudarse a Guadalajara, ya que él “quería ser alguien en la
vida” y en San Gabriel no había preparatoria.
Cabe decir que después de 18 años
de matrimonio, sus papás adoptivos recibieron el milagro del Señor de concebir un
hijo.
Gente mala
Rubén estaba feliz por la
oportunidad de empezar de cero en Guadalajara, estaba dispuesto a echarle ganas
a la escuela y seguro de que como nadie lo conocía, esta vez no habría burlas.
Y así fue durante tres meses, pero después empezaron a chiflarle y echarle
piropos, y eso demeritó su dedicación en la escuela.
No le ayudó tampoco su elección
en el taller escolar, ya que sin tener práctica en los deportes varoniles, se
inscribió en danza. Primero asistió de bermudas, pero le estorbaban tanto que
el profesor le pidió que asistiera en leotardo, evitando esto comenzó a
utilizar shorts cortos, lo que incrementó la burla, los chiflidos y las bromas
que lo incomodaban.
Para tratar de desinhibirse
utilizando shorts, comenzó a utilizarlos en la calle, y así se fue un día al
cine, cuando se despidió de su mamá y ella le preguntó:
-
¿A dónde vas?.
-
Al cine.
-
Cuidado aquí hay mucha gente mala, aquí no es
como el pueblo donde te criaste.
Entró en su mundo
Fue acertada la alerta de su
mamá, pero Rubén necesitaba demasiado cariño como para alcanzar a distinguir el
peligro, de entre una oferta de atención. Fue a un cine del centro de
Guadalajara y percibió que un hombre se le quedó viendo. Ya en la sala esa
misma persona se acercó para comentar “qué bonita película” y aunque recordó la
advertencia de su mamá, de inmediato vinieron aquellas palabras que le hacía
falta escuchar “me caes bien”, “eres simpático”, “que bonitas piernas tienes”,
hasta que le declaró “me gustaría invitarte a salir a algún lado”. Por supuesto
que todas estas frases le llamaron la atención porque a sus 13 años, una buena
parte de los varones que había conocido lo habían agredido, lo habían
humillado.
Rubén comprende en la actualidad que
lo que le atrajo de esa persona era la imagen de su papá, ya que se trataba de
un hombre de alrededor de 30 años, pero en ese momento él estaba inocente, así
que accedió a la amistad, comenzó a salir hasta que esa persona le confió que a
él le gustaban los hombres.
“Pero eso de hombre con hombre,
mujer con mujer no dura porque después me contó que se encontró con su ex y que
le platicó de mi, y que empezáramos una relación de tres, y como que empecé a
ver todo … le dije no, pues no, y terminé con él”.
Buscando amor en el parque equivocado
Buscando un grupo en el cual encajar
comenzó a asistir al parque de Federalismo y Juárez, “ahí se juntan varios
chicos con esta situación, y yo empecé a convocarme ahí, me rasuraba las
piernas, me quitaba el poco vello que tenía, me las bronceaba, y usaba shorts
estilo ropa interior, salía de mi casa en pantalón, llegaba a ese parque, y
varios me vieron y me dijeron:
-¿Eres nuevo en el parque?.
-Sí.
-Ah pues para ser un auténtico
gay, aquí pasan hombres con sus carros, y el que te haga una seña, te vas con
él.
“Yo recuerdo que me quitaba el
pantalón, lo escondía por una esquinita, en aquel entonces no estaba el tren
ligero, no había tiendas, a cierta hora quedaba solo, y yo buscaba personas
mayores, estaba buscando la imagen de papá, una caricia, una palabra, pero
pagando un precio, que era entregando mi cuerpo en una relación sexo genital a
estos hombres.”
Empieza a ser evidente
Entre las habladurías y
comentarios de las vecinas y el hecho de que doña Josefina comenzó a percibir
el estilo afeminado de su hijo, comenzaron los cuestionamientos.
“Uno se pregunta por qué
adoptamos esta personalidad; y es que yo no me quiero parecer a aquel o
aquellos que me mostraron el mundo masculino con golpes, con violencia, no me
quiero parecer, por eso uno actúa muy femenino.
Eran tantos los señalamientos,
que para salir de la duda, en una ocasión su mamá lo siguió cuando él iba al
parque. Ella era mucho de Iglesia, así que tuvo una confrontación con su hijo,
lo cuestionó y le reprochó diciéndole “eso a Dios no le gusta”, pero con todo
el dolor que tenía, a Rubén no le interesaba ni Dios ni su Iglesia, así que
para evitarse los reclamos, dejó su casa materna cuando tenía apenas 13 años y
medio de edad.
“Yo había conocido a un hombre
que me dijo, cuando tú vayas al puerto de Melaque, yo te ofrezco trabajo allá,
así que ya sabía a dónde ir: a Pachucos Place”.
“La Rubí”
El señor que le ofreció trabajo
se acordó de él, lo empleó como botanero y le ofreció un cuarto para dormir,
que compartía con dos personas más.
Cuando entró a trabajar al día
siguiente se dio cuenta de que era un prostíbulo, los empleados eran
prostitutas y personas con atracción al mismo sexo, pero ya “hormonizados” y
vestidos como mujer. Rubén confirmó: “no soy el único” y empezó a ser como
todas las personas a su alrededor.
“Dejé crecer mi cabello, dejé a
crecer mis uñas, empecé a comprar los pantalones que vienen con un cinturón
ancho para hacerte cintura de avispa, blusas, zapatos de mujer, los chicos me
maquillaban, empecé a comprar brasieres, a ponerme rellenos, y a partir de
aquél día ya no fui Rubén, me empezaron a llamar la Rubí”.
Por la Misericordia de Dios no se operó
Doña Josefina no dejó de orar por él. |
Las oraciones de su mamá fueron
escuchadas y Rubén no probó la marihuana, no tomó hormonas para todas las
partes de su cuerpo, ni se operó.
Durante su horario de trabajo,
Rubén vestía en short, pero cuando salía de laborar, se arreglaba para ir junto
con sus amigos a los burdeles, y no tenía impedimento para entrar, a pesar de
sus 14 años de edad.
“Regresaba a las 3 ó 4 de la
mañana, después de habernos acostado con uno, con otro, mis compañeros de
cuarto, dos trasvestis, todavía llegaban a fumar marihuana; a mí me ofrecieron,
pero la primera vez que agarré un cigarro me pasé el humo, entonces dije esto
no es para mí.”
Sus compañeros de cuarto, que ya
habían tomado hormonas como la mayoría en el lugar, le ofrecieron dejar de
hacer trucos para aparentar ser mujer, y tomar hormonas como ellos. Rubén
estaba seguro de que nunca volvería a su casa, así que sí estuvo dispuesto a
hacerlo.
Sin embargo un terrible hecho
hizo que se tomara las cosas con calma. Un chico del lugar se operó
genitalmente, la mayoría sólo tomaba hormonas porque la cirugía era muy cara.
Pero este joven logró su transformación física y engañó a un hombre con el que
tuvo relaciones sexuales creyendo que era realmente una mujer. Cuando se dio
cuenta de que fue engañado, lo asesinó cruelmente y obviamente este evento
cambió la opinión de Rubén.
Decidió que iba a tomar hormonas
pero para ir creciendo parte por parte y quería empezar con las piernas y los
glúteos, pero cuando fue a la farmacia no encontró lo que quería, sólo había
hormonas para todo completo, pierna, glúteos, senos; además de adelgazar la voz
y provocar la caída del vello; el temor por lo que había sucedido lo desalentó
y prefirió no comprar nada, sino hasta que hubiera lo que quería, así que
siguió haciendo trucos para parecer mujer.
En la búsqueda de más
Con sus ahorros, junto con otro
chico se fue a Acapulco, en donde nunca encontraron trabajo y se acabaron el
dinero. Así que inició una nueva historia de tragedia, durmiendo en la central
y pasando penurias, hasta que decidió regresar con su mamá a Guadalajara.
Doña Josefina lo recibió con el
amor de una madre que reza por su hijo y siempre espera a que regrese, pero
mientras estaba en casa le empezó a hablar de vecinas que le mandaban saludos,
tratando de confirmar su masculinidad, y Rubén le advirtió que si lo molestaba
con ese asunto, se iría a Puerto Vallarta. Con este temor de que volviera a
irse, prefirió enviarlo con una tía, a vivir con sus papás adoptivos que se
habían mudado a Estados Unidos.
Llegando a Los Ángeles dejó de
vestirse como mujer, pero no dejó su doble vida, buscó antros gays y comenzó a
ser un cliente asiduo. Pero le faltaba dinero, duró 11 meses sin trabajar, y
aunque no le urgía porque sus papás adoptivos le daban para sus gastos, se
acordó del Dios del que le hablaron en el catecismo, y empezó a ir a Misa para
que Dios le diera un trabajo.
Inicio de una relación por conveniencia
Lo único que Rubén quería era un
trabajo, así que acompañado de su mamá empezó a ir a Misa. Según cuenta, él estaba
presente, pero su mente no, su mente divagaba y alimentaba los planes para su
doble vida; sin embargo parte de él sí estaba atento al mensaje, pues un día
escuchó que invitaban a un grupo de oración, y como el tiempo seguía pasando y
todavía no tenía trabajo, le pidió a su mamá que fueran al grupo de oración
para ver si ahora sí Dios le daba un trabajo.
El primer día que asistieron se
encontraron a todos cantando “Alabaré”, moviéndose, levantando sus manos y en
contemplación. Rubén creyó que aquello no era católico, pero en eso preguntaron
que quién asistía por primera vez, y ellos levantaron la mano, entonces les
dijeron: “Bienvenidos al Grupo Carismático, la Nueva Primavera, el despertar de
los católicos”. Cuando Rubén escuchó que
sí eran católicos entonces se puso a hacer lo que veía, cerrar los ojos,
levantar sus manos, él lo que quería era que Dios le diera un trabajo.
“Buscamos a Dios por necesidad,
después lo buscaremos por agradecimiento, y al último lo buscaremos por amor”,
recuerda las palabras de San Agustín, y es que mientras cerraba los ojos en el
templo, se imaginaba cómo sería su coreografía en el antro gay al que iba a
acudir esa noche.
Un paso más allá
Comenzó a ir a Misa, luego
asistió también a grupos de oración, pero un día lo invitaron además a ser
servidor. Él no sabía de qué se trataba, así que le explicaron y le dijeron que
asistiera con una Biblia y él pensó: “si con eso Dios me da un trabajo…”, y dio
ese paso de aparente vida espiritual.
Después de algún tiempo de ya
estar participando como servidor, le dijeron, “usted es servidor pero nunca ha
vivido un retiro, tiene que vivirlo”, pero recordó las palabras de una
viejecita del pueblo: “Dios ama a la gente buena, a la gente que nunca ha
ofendido a papito Dios”; eso lo desalentó, “yo no califico –pensó- si supieran
los del grupo como ando los fines de semana, ni me invitarían”. Pero analizó más el asunto y resolvió: “Yo
creo que si voy al retiro es el último requisito, Dios ya me va a dar un
trabajo.”
La actuación de Dios
Esto es lo que vivió en el
retiro:
“Fui al retiro y de repente
empieza aquella predicadora a decir cuánto Dios te ama, no importa la vida que
hayas llevado, Dios te ama y yo volteaba y veía las imágenes de Dios y decía ¿acaso
ese Dios está ciego? ¿acaso no ve la vida que estoy llevando? y viene ésta loca
a decirme que ¡Dios me ama!
Pero ella seguía proclamando La
Palabra y leía:
-
Como dice la palabra en Juan 3, 16: “Tanto amó
Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no
perezca, sino que tenga vida eterna.”
“Y esa Palabra fue como un rayo y
empezó a quemar mi corazón, porque ella insistía: nada más entiende en tu
corazón que Dios te ama … pero yo en mi mente decía … a mí Dios no me ama
porque he hecho esto y esto … pero esa palabra llegó, y empecé a llorar, a
experimentar el amor de Dios y allí yo me confesé, y pobre de la gente que
estaba haciendo fila porque al sacerdote le conté toda mi vida y ahí poco a
poco empezó un caminar de la mano del Señor.”
Rubén tuvo un encuentro con Dios
en ese retiro y fue el regalo de una nueva vida sabiéndose amado; aunque se
quedó con muchas dudas y no sabía a quién preguntarle ya que en aquel tiempo la
homosexualidad no era todavía bien comprendida y era más bien repudiada, por lo
que aunque comenzó a dar pláticas, nunca se abrió al cien por ciento para
contar sobre este tema.
El Señor lo llamó a compartir su testimonio
En una ocasión en la que Rubén
iba a predicar, fue detenido por la policía y arrestado con violencia y abuso
de autoridad, fue esposado de pies y manos, acusado incluso de locura y llevado
a un manicomio. Recuerda el evento como la peor humillación que jamás antes
había vivido, y en ese momento Dios puso en su corazón la inquietud de escribir
un libro sobre su vida.
Cuando fue liberado, 48 días
después de su detención, decidió volver a México, ya que la agresión que había
sufrido le ocasionó depresión y le afectó tanto, que hasta estaba perdiendo la
memoria.
Resultó algo tan doloroso, que
Rubén quedó enemistado con Dios y aunque siguió yendo a Misa, no se integró a
ningún grupo ni apostolado y la cuestión espiritual estaba como en pausa, sin
embargo una voz lo despertaba en las madrugadas e insistía en la encomienda “el
libro, el libro”.
Al principio estaba renuente al
llamado, pero cuando comenzó a obedecer, se enfrascó en una lucha con el
enemigo que colocaba en su mente dudas como “¿A quién le va a importar tu
vida?” y al escuchar al maligno Rubén abandonaba el proyecto, pero el llamado
insistía.
En medio de la lucha logró tener
escrito la mitad del libro y se empezó a preocupar por recibir la aprobación
eclesial, pero le llegaron a decir que “la Iglesia no aprobaría un libro sobre
la homosexualidad”, entonces volvía el desaliento, dejaba de escribir por otro
periodo y nuevamente el Señor hacía el llamado.
Cuando estaba por terminar de
escribir, no encontraba el título para el documento, ninguno de los que se le
ocurrían lo convencía, así que en oración se dirigió al Señor: “Si realmente es
tu voz y Tu eres el que me despiertas en la noche, dame un título que me
convenza; y por la mañana me dio el título: ´Un homosexual alcanzado por la
misericordia de Dios´, eso giraba alrededor de mí, rápido lo apunté porque el
libro casi estaba terminado.”
Al terminar el libro se dirigió
al Santísimo:
“Aquí están las hojas,
demuéstrame que aquella voz, que empecé a escuchar cuando me llevaron al hospital
para enfermos mentales esposado de pies y manos, y durante esas noches que me
has estado despertando, sí fue tu voz, y si este libro es para tu Gloria, que
se me apruebe”.
Siguió las instrucciones que le
dieron para lograr la aprobación eclesial y se presentó ante el Vicario de la
Arquidiócesis de Guadalajara, Monseñor Ramiro Valdés Sánchez (que en paz
descanse) con las hojas impresas, cada capítulo en una carpeta y le explicó su
intención de que la Iglesia aprobara su libro.
-
De qué es tu libro, preguntó Monseñor Valdés.
-
Pues mi testimonio. (Le puse todas las carpetas
y dejé al último la del título).
-
¿Y cómo se va a titular?
Y titubeando
le puse la última carpeta encima y vio el título y dijo
-
“Un homosexual alcanzado por la misericordia de
Dios”, este título viene de Dios.
Yo no le había
dicho que en oración el Señor me lo había regalado.
-
Está bien hijo, lo voy a leer, vuelve en 15 días
para ver si se aprueba, para ver si no hay ninguna herejía.
Rubén pudo tener su libro en sus
manos después de cuatro años de lucha.
El encuentro con Courage Latino
Predicando en Perú. |
Cuando aún vivía en Estados
Unidos, Rubén conoció la revista católica de evangelización “Inquietud Nueva”,
editada por la comunidad de los Misioneros Servidores de la Palabra, y se
convirtió en asiduo lector porque encontraba alimento e información acerca de
su fe; así que al llegar a México, buscó el ejemplar para seguirse formando.
Y encontró ahí una alegre
noticia: Llegaría a Guadalajara ´Courage Latino´, un apostolado de católicos
que experimentan atracción a personas de su mismo sexo, comprometidos a ayudarse
unos a otros a vivir una vida casta marcada por la oración, hermandad y apoyo
mutuo. El grupo es guiado por sacerdotes que les ofrecen el sacramento de la
reconciliación y dirección espiritual.
Inmediatamente se comunicó a los
teléfonos indicados y en ese primer contacto duró casi dos horas hablando por
teléfono con la persona que lo atendió. Rubén anhelaba un grupo como este, de
hecho durante su detención en el hospital para enfermos mentales “decía que
estaba cansado de aparentar lo que no era, voy a fundar un grupo que se llame
católicos gay, voy a hablar con el Papa … pero oh sorpresa cuando leo esa
revista sobre este apostolado que fue aprobado por el Papa Juan Pablo II, que
ya existía un grupo”.
Evangelizador de tiempo completo
Evangelizando a través de María Visión. |
Fue en el primer retiro de
Courage Latino en la Ciudad de México donde dio por primera vez su testimonio y
poco a poco con estas charlas fueron recorriendo algunas ciudades en México,
hasta que hace cuatro años nació en él la inquietud de dedicarse a la
evangelización de tiempo completo, pero no sin la bendición de Dios, así que se
atrevió, creyendo abusar, a pedir una Misa de envío en el templo Expiatorio
para consagrarse como evangelizador de tiempo completo, y el 10 de marzo de
2014 no sólo obtuvo su Misa, sino que además fue concelebrada por tres
sacerdotes más.
Durante su Misa de envío. |
Poco tiempo después de la Misa le
aprobaron el programa que había solicitado en María Visión un año y medio
atrás. Rubén pudo confirmar que la misión que iniciaba le era encomendada por
el Señor cuando a los dos o tres meses ya tenía la agenda llena para ir a
predicar a otros países. Rubén ha visitado alrededor de 19 países como Panamá,
El Salvador, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana, Colombia y Perú, entre otros, y tiene muchas
invitaciones para acudir a Estados Unidos, pero le han negado la visa en 5
ocasiones.
El plan es el mismo para todos: La santidad
El objetivo de un homosexual no
es llegar a ser heterosexual, afirmó Rubén García y dejó en claro que de hecho
la meta de una persona con atracción al mismo sexo debe ser exactamente la
misma aspiración de todas las personas en general: Alcanzar la santidad, y para
lograrlo se le debe ser fiel a Dios, se debe buscar hacer su voluntad,
mantenerse en gracia.
Todo esto es igual de difícil
para cualquier persona y la fuerza para lograrlo sólo puede encontrarse en los
sacramentos: La Eucaristía, la Confesión y alimentarse con la Lectura de la
Palabra, libros y predicaciones de otros
conferencistas, “la conversión es día a día, el día de hoy ser mejor que el día
de ayer y el día de mañana ser mejor que el día de ayer, entonces la conversión
es usar las herramientas que Dios nos da para poder llegar a este plan que Dios
nos ha trazado que es la santidad.
“Haz la prueba y verás qué bueno
es el Señor, si le das oportunidad a los antros gay, a los amigos, a las
parejas, ¿por qué no darle una oportunidad a la misericordia, a Jesús?”
Claudia Ortiz y Rubén García. Gracias por compartir tu testimonio. |
Claudia Ortiz
@claudiaortizdev
devazquez21@gmail.com
devazquez21@gmail.com
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excelente reporte! Oramos por ti y tu ministerio de evangelizacion !
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