martes, 12 de junio de 2018

De la homosexualidad a un camino con rumbo a la santidad


Por Claudia Ortiz

Un hombre feliz que se dedica a evangelizar y se preocupa por alcanzar la santidad.


Lo único que a un padre o a una madre le debe preocupar respecto a su hijo, es que alcance la santidad, sostiene Rubén García, evangelizador católico que durante la lucha de cada día por seguir el camino que lleva a la salvación, recorre varias ciudades de distintos países dando su testimonio y alertando a los padres de familia a que cuiden a sus hijos.
Él tiene una historia de homosexualidad, undefecto” que creyó que era de nacimiento, pero luego de haber caído en este engaño, escuchó y atendió el llamado del Señor y ahora cuenta su testimonio “Un homosexual alcanzado por la misericordia de Dios”.

La historia de una adopción

Cuando tenía un año de edad su padre falleció y Josefina, su mamá, se vio en la necesidad de buscar un empleo para sacar adelante a su hijo. Encontró trabajo como afanadora en una residencia, pero la oferta era de tiempo completo y sin niños. Con mucho dolor ella aceptó el trabajo y se vio obligada a encomendar el cuidado de su hijo a una prima hermana que tenía poco tiempo de haberse casado.
De recién dejó a su hijo, no dejaba de ir a visitarlo, sin embargo al poco tiempo el matrimonio se mudó a un rancho en San Gabriel, a tres horas de Guadalajara, y eso dificultó su cercanía. Al mismo tiempo, Rubén fue creciendo e identificando como sus únicos padres, a los que lo estaban criando.

La falta de amor de padre, determinante en su formación

Ahora entiende que por no ser su verdadero padre, su papá adoptivo no le dio amor, lo trataba con palabras fuertes y golpes, y para Rubén ese era un mundo agresivo que le daba miedo. “La lengua tiene mucho poder para dañar la identidad del niño” advierte y relata que cuando su papá lo llevaba a sembrar, le tomaba mucha ventaja al pequeño Rubén y al ver su torpeza para labrar la tierra, le decía, “hágalo como los hombres”, frase que en su inconsciente le cuestionaba a Rubén sobre lo que él era entonces.
Recuerda que en una ocasión su papá le trató de enseñar a amarrar un caballo, pero lo hizo con un tono siempre agresivo y violento, y Rubén nunca pudo aprender a hacer el nudo, dejó atado al caballo con un moño.

La definición del rumbo

Entre los 7 y los 8 años de edad, Rubén se cansó de los tratos de su papá, le pegaba de la nada y menospreciaba todo lo que hacía, “nada  de lo que yo hacía estaba bien”, así que le dijo: “yo ya no quiero ir con usted, me pega de la nada, yo me quiero quedar con mi mamá a ayudarle a barrer, a trapear, a hacer la comida”.
Rubén comenzó a fingir una voz suave como la de su mamá, se empezó a identificar con ella, y pasó a ser su heroína. Además la veía sufrir bastante por el hecho de que su papá se ponía violento y se gastaba el dinero de la comida en alcohol, entonces se proponía no darle a ella más motivos de sufrimientos.

Su falta de masculinidad complicó su relación con los niños

Mientras cursaba la primaria, la diferencia en cuestión de sexualidad, comenzó a confundirse, mal entendiendo la atracción con la admiración de algo que a él le gustaría haber sido.
Pasaba el tiempo del recreo en una esquina comiendo su lonche, mientras veía a los demás niños jugar futbol, los veía con admiración, con envidia de lo que quisiera ser, pero era muy pequeño para entenderlo, y sus sentimientos se confundieron y erotizaron su “atracción” por los niños, cuando –ahora le queda claro- lo que habría querido tener es esa capacidad y masculinidad para jugar futbol, así como el ser aceptado en el grupo de niños.
No era diferente con los adultos, anhelando la atención por parte de su papá, le llamaba la atención el director de su escuela, sus maestros, los amigos de su papá que iban a la casa, cualquier otra persona que de alguna forma lo trataba bien, ya que lo que necesitaba era afecto, pero lo confundía con otra cosa. Es justo por lo que siempre subraya que es muy importante que los padres de familia le den a sus hijos: Afecto, Aprobación y Protección.
La secundaria no fue mejor, los niños se burlaban de él, porque tartamudeaba, porque hablaba como niña, porque parecía “mariquita”, así que ir a la escuela se convirtió en algo angustiante, y mientras por un lado encontró refugio en las niñas, que lo defendían y le ofrecieron su amistad, por otro lado el mundo masculino le era un misterio y por eso le atraía. Rubén se sentía diferente, creía que era el único raro, pero a nadie nunca le dijo nada.

“Nosotros no somos tus papás”

Cuando estaba en secundaria, a la edad de 12 años aproximadamente, sus papás adoptivos decidieron revelarle la verdad y  le dijeron que no eran sus verdaderos padres. La noticia fue toda una sorpresa para Rubén y le embargaron una serie de sentimientos de odio y dolor, primero porque Dios se llevó a su papá, estaba seguro que él si lo habría tratado con amor, y le habría dado los abrazos que tanto necesitaba. Se llenó de odio porque el hombre que vio como su papá todo este tiempo fue muy duro con él, nunca le dio un abrazo ni le dijo que estaba orgulloso de él. Y en medio de su dolor también le reclamó porque “lo hizo así, ¿por qué me gustan los niños?”, reclamó.
Como parte de la noticia, le dijeron a Rubén que su mamá biológica estaba viva y que vivía en Guadalajara. Él entonces decidió mudarse a Guadalajara, ya que él “quería ser alguien en la vida” y en San Gabriel no había preparatoria.
Cabe decir que después de 18 años de matrimonio, sus papás adoptivos recibieron el milagro del Señor de concebir un hijo.

Gente mala

Rubén estaba feliz por la oportunidad de empezar de cero en Guadalajara, estaba dispuesto a echarle ganas a la escuela y seguro de que como nadie lo conocía, esta vez no habría burlas. Y así fue durante tres meses, pero después empezaron a chiflarle y echarle piropos, y eso demeritó su dedicación en la escuela.
No le ayudó tampoco su elección en el taller escolar, ya que sin tener práctica en los deportes varoniles, se inscribió en danza. Primero asistió de bermudas, pero le estorbaban tanto que el profesor le pidió que asistiera en leotardo, evitando esto comenzó a utilizar shorts cortos, lo que incrementó la burla, los chiflidos y las bromas que lo incomodaban.
Para tratar de desinhibirse utilizando shorts, comenzó a utilizarlos en la calle, y así se fue un día al cine, cuando se despidió de su mamá y ella le preguntó:
-          ¿A dónde vas?.
-          Al cine.
-          Cuidado aquí hay mucha gente mala, aquí no es como el pueblo donde te criaste.

Entró en su mundo

Fue acertada la alerta de su mamá, pero Rubén necesitaba demasiado cariño como para alcanzar a distinguir el peligro, de entre una oferta de atención. Fue a un cine del centro de Guadalajara y percibió que un hombre se le quedó viendo. Ya en la sala esa misma persona se acercó para comentar “qué bonita película” y aunque recordó la advertencia de su mamá, de inmediato vinieron aquellas palabras que le hacía falta escuchar “me caes bien”, “eres simpático”, “que bonitas piernas tienes”, hasta que le declaró “me gustaría invitarte a salir a algún lado”. Por supuesto que todas estas frases le llamaron la atención porque a sus 13 años, una buena parte de los varones que había conocido lo habían agredido, lo habían humillado.
Rubén comprende en la actualidad que lo que le atrajo de esa persona era la imagen de su papá, ya que se trataba de un hombre de alrededor de 30 años, pero en ese momento él estaba inocente, así que accedió a la amistad, comenzó a salir hasta que esa persona le confió que a él le gustaban los hombres.
“Pero eso de hombre con hombre, mujer con mujer no dura porque después me contó que se encontró con su ex y que le platicó de mi, y que empezáramos una relación de tres, y como que empecé a ver todo … le dije no, pues no, y terminé con él”.

Buscando amor en el parque equivocado

Buscando un grupo en el cual encajar comenzó a asistir al parque de Federalismo y Juárez, “ahí se juntan varios chicos con esta situación, y yo empecé a convocarme ahí, me rasuraba las piernas, me quitaba el poco vello que tenía, me las bronceaba, y usaba shorts estilo ropa interior, salía de mi casa en pantalón, llegaba a ese parque, y varios me vieron y me dijeron:
-¿Eres nuevo en el parque?.
-Sí.
-Ah pues para ser un auténtico gay, aquí pasan hombres con sus carros, y el que te haga una seña, te vas con él.
“Yo recuerdo que me quitaba el pantalón, lo escondía por una esquinita, en aquel entonces no estaba el tren ligero, no había tiendas, a cierta hora quedaba solo, y yo buscaba personas mayores, estaba buscando la imagen de papá, una caricia, una palabra, pero pagando un precio, que era entregando mi cuerpo en una relación sexo genital a estos hombres.”

Empieza a ser evidente

Entre las habladurías y comentarios de las vecinas y el hecho de que doña Josefina comenzó a percibir el estilo afeminado de su hijo, comenzaron los cuestionamientos.
“Uno se pregunta por qué adoptamos esta personalidad; y es que yo no me quiero parecer a aquel o aquellos que me mostraron el mundo masculino con golpes, con violencia, no me quiero parecer, por eso uno actúa muy femenino.
Eran tantos los señalamientos, que para salir de la duda, en una ocasión su mamá lo siguió cuando él iba al parque. Ella era mucho de Iglesia, así que tuvo una confrontación con su hijo, lo cuestionó y le reprochó diciéndole “eso a Dios no le gusta”, pero con todo el dolor que tenía, a Rubén no le interesaba ni Dios ni su Iglesia, así que para evitarse los reclamos, dejó su casa materna cuando tenía apenas 13 años y medio de edad.
“Yo había conocido a un hombre que me dijo, cuando tú vayas al puerto de Melaque, yo te ofrezco trabajo allá, así que ya sabía a dónde ir: a Pachucos Place”.

“La Rubí”

El señor que le ofreció trabajo se acordó de él, lo empleó como botanero y le ofreció un cuarto para dormir, que compartía con dos personas más.
Cuando entró a trabajar al día siguiente se dio cuenta de que era un prostíbulo, los empleados eran prostitutas y personas con atracción al mismo sexo, pero ya “hormonizados” y vestidos como mujer. Rubén confirmó: “no soy el único” y empezó a ser como todas las personas a su alrededor.
“Dejé crecer mi cabello, dejé a crecer mis uñas, empecé a comprar los pantalones que vienen con un cinturón ancho para hacerte cintura de avispa, blusas, zapatos de mujer, los chicos me maquillaban, empecé a comprar brasieres, a ponerme rellenos, y a partir de aquél día ya no fui Rubén, me empezaron a llamar la Rubí”.

Por la Misericordia de Dios no se operó

Doña Josefina no dejó de orar por él.
Las oraciones de su mamá fueron escuchadas y Rubén no probó la marihuana, no tomó hormonas para todas las partes de su cuerpo, ni se operó.
Durante su horario de trabajo, Rubén vestía en short, pero cuando salía de laborar, se arreglaba para ir junto con sus amigos a los burdeles, y no tenía impedimento para entrar, a pesar de sus 14 años de edad.
“Regresaba a las 3 ó 4 de la mañana, después de habernos acostado con uno, con otro, mis compañeros de cuarto, dos trasvestis, todavía llegaban a fumar marihuana; a mí me ofrecieron, pero la primera vez que agarré un cigarro me pasé el humo, entonces dije esto no es para mí.”
Sus compañeros de cuarto, que ya habían tomado hormonas como la mayoría en el lugar, le ofrecieron dejar de hacer trucos para aparentar ser mujer, y tomar hormonas como ellos. Rubén estaba seguro de que nunca volvería a su casa, así que sí estuvo dispuesto a hacerlo.
Sin embargo un terrible hecho hizo que se tomara las cosas con calma. Un chico del lugar se operó genitalmente, la mayoría sólo tomaba hormonas porque la cirugía era muy cara. Pero este joven logró su transformación física y engañó a un hombre con el que tuvo relaciones sexuales creyendo que era realmente una mujer. Cuando se dio cuenta de que fue engañado, lo asesinó cruelmente y obviamente este evento cambió la opinión de Rubén.
Decidió que iba a tomar hormonas pero para ir creciendo parte por parte y quería empezar con las piernas y los glúteos, pero cuando fue a la farmacia no encontró lo que quería, sólo había hormonas para todo completo, pierna, glúteos, senos; además de adelgazar la voz y provocar la caída del vello; el temor por lo que había sucedido lo desalentó y prefirió no comprar nada, sino hasta que hubiera lo que quería, así que siguió haciendo trucos para parecer mujer.

En la búsqueda de más

Con sus ahorros, junto con otro chico se fue a Acapulco, en donde nunca encontraron trabajo y se acabaron el dinero. Así que inició una nueva historia de tragedia, durmiendo en la central y pasando penurias, hasta que decidió regresar con su mamá a Guadalajara.
Doña Josefina lo recibió con el amor de una madre que reza por su hijo y siempre espera a que regrese, pero mientras estaba en casa le empezó a hablar de vecinas que le mandaban saludos, tratando de confirmar su masculinidad, y Rubén le advirtió que si lo molestaba con ese asunto, se iría a Puerto Vallarta. Con este temor de que volviera a irse, prefirió enviarlo con una tía, a vivir con sus papás adoptivos que se habían mudado a Estados Unidos.
Llegando a Los Ángeles dejó de vestirse como mujer, pero no dejó su doble vida, buscó antros gays y comenzó a ser un cliente asiduo. Pero le faltaba dinero, duró 11 meses sin trabajar, y aunque no le urgía porque sus papás adoptivos le daban para sus gastos, se acordó del Dios del que le hablaron en el catecismo, y empezó a ir a Misa para que Dios le diera un trabajo.

Inicio de una relación por conveniencia

Lo único que Rubén quería era un trabajo, así que acompañado de su mamá empezó a ir a Misa. Según cuenta, él estaba presente, pero su mente no, su mente divagaba y alimentaba los planes para su doble vida; sin embargo parte de él sí estaba atento al mensaje, pues un día escuchó que invitaban a un grupo de oración, y como el tiempo seguía pasando y todavía no tenía trabajo, le pidió a su mamá que fueran al grupo de oración para ver si ahora sí Dios le daba un trabajo.
El primer día que asistieron se encontraron a todos cantando “Alabaré”, moviéndose, levantando sus manos y en contemplación. Rubén creyó que aquello no era católico, pero en eso preguntaron que quién asistía por primera vez, y ellos levantaron la mano, entonces les dijeron: “Bienvenidos al Grupo Carismático, la Nueva Primavera, el despertar de los católicos”.  Cuando Rubén escuchó que sí eran católicos entonces se puso a hacer lo que veía, cerrar los ojos, levantar sus manos, él lo que quería era que Dios le diera un trabajo.
“Buscamos a Dios por necesidad, después lo buscaremos por agradecimiento, y al último lo buscaremos por amor”, recuerda las palabras de San Agustín, y es que mientras cerraba los ojos en el templo, se imaginaba cómo sería su coreografía en el antro gay al que iba a acudir esa noche.

Un paso más allá

Comenzó a ir a Misa, luego asistió también a grupos de oración, pero un día lo invitaron además a ser servidor. Él no sabía de qué se trataba, así que le explicaron y le dijeron que asistiera con una Biblia y él pensó: “si con eso Dios me da un trabajo…”, y dio ese paso de aparente vida espiritual.
Después de algún tiempo de ya estar participando como servidor, le dijeron, “usted es servidor pero nunca ha vivido un retiro, tiene que vivirlo”, pero recordó las palabras de una viejecita del pueblo: “Dios ama a la gente buena, a la gente que nunca ha ofendido a papito Dios”; eso lo desalentó, “yo no califico –pensó- si supieran los del grupo como ando los fines de semana, ni me invitarían”.  Pero analizó más el asunto y resolvió: “Yo creo que si voy al retiro es el último requisito, Dios ya me va a dar un trabajo.”

La actuación de Dios

Esto es lo que vivió en el retiro:
“Fui al retiro y de repente empieza aquella predicadora a decir cuánto Dios te ama, no importa la vida que hayas llevado, Dios te ama y yo volteaba y veía las imágenes de Dios y decía ¿acaso ese Dios está ciego? ¿acaso no ve la vida que estoy llevando? y viene ésta loca a decirme que ¡Dios me ama!
Pero ella seguía proclamando La Palabra y leía:
-          Como dice la palabra en Juan 3, 16: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
“Y esa Palabra fue como un rayo y empezó a quemar mi corazón, porque ella insistía: nada más entiende en tu corazón que Dios te ama … pero yo en mi mente decía … a mí Dios no me ama porque he hecho esto y esto … pero esa palabra llegó, y empecé a llorar, a experimentar el amor de Dios y allí yo me confesé, y pobre de la gente que estaba haciendo fila porque al sacerdote le conté toda mi vida y ahí poco a poco empezó un caminar de la mano del Señor.”
Rubén tuvo un encuentro con Dios en ese retiro y fue el regalo de una nueva vida sabiéndose amado; aunque se quedó con muchas dudas y no sabía a quién preguntarle ya que en aquel tiempo la homosexualidad no era todavía bien comprendida y era más bien repudiada, por lo que aunque comenzó a dar pláticas, nunca se abrió al cien por ciento para contar sobre este tema.

El Señor lo llamó a compartir su testimonio

En una ocasión en la que Rubén iba a predicar, fue detenido por la policía y arrestado con violencia y abuso de autoridad, fue esposado de pies y manos, acusado incluso de locura y llevado a un manicomio. Recuerda el evento como la peor humillación que jamás antes había vivido, y en ese momento Dios puso en su corazón la inquietud de escribir un libro sobre su vida.
Cuando fue liberado, 48 días después de su detención, decidió volver a México, ya que la agresión que había sufrido le ocasionó depresión y le afectó tanto, que hasta estaba perdiendo la memoria.
Resultó algo tan doloroso, que Rubén quedó enemistado con Dios y aunque siguió yendo a Misa, no se integró a ningún grupo ni apostolado y la cuestión espiritual estaba como en pausa, sin embargo una voz lo despertaba en las madrugadas e insistía en la encomienda “el libro, el libro”.
Al principio estaba renuente al llamado, pero cuando comenzó a obedecer, se enfrascó en una lucha con el enemigo que colocaba en su mente dudas como “¿A quién le va a importar tu vida?” y al escuchar al maligno Rubén abandonaba el proyecto, pero el llamado insistía.
En medio de la lucha logró tener escrito la mitad del libro y se empezó a preocupar por recibir la aprobación eclesial, pero le llegaron a decir que “la Iglesia no aprobaría un libro sobre la homosexualidad”, entonces volvía el desaliento, dejaba de escribir por otro periodo y nuevamente el Señor hacía el llamado.
Cuando estaba por terminar de escribir, no encontraba el título para el documento, ninguno de los que se le ocurrían lo convencía, así que en oración se dirigió al Señor: “Si realmente es tu voz y Tu eres el que me despiertas en la noche, dame un título que me convenza; y por la mañana me dio el título: ´Un homosexual alcanzado por la misericordia de Dios´, eso giraba alrededor de mí, rápido lo apunté porque el libro casi estaba terminado.”
Al terminar el libro se dirigió al Santísimo:
“Aquí están las hojas, demuéstrame que aquella voz, que empecé a escuchar cuando me llevaron al hospital para enfermos mentales esposado de pies y manos, y durante esas noches que me has estado despertando, sí fue tu voz, y si este libro es para tu Gloria, que se me apruebe”.
Siguió las instrucciones que le dieron para lograr la aprobación eclesial y se presentó ante el Vicario de la Arquidiócesis de Guadalajara, Monseñor Ramiro Valdés Sánchez (que en paz descanse) con las hojas impresas, cada capítulo en una carpeta y le explicó su intención de que la Iglesia aprobara su libro.
-          De qué es tu libro, preguntó Monseñor Valdés.
-          Pues mi testimonio. (Le puse todas las carpetas y dejé al último la del título).
-          ¿Y cómo se va a titular?
Y titubeando le puse la última carpeta encima y vio el título y dijo
-          “Un homosexual alcanzado por la misericordia de Dios”, este título viene de Dios.
Yo no le había dicho que en oración el Señor me lo había regalado.
-          Está bien hijo, lo voy a leer, vuelve en 15 días para ver si se aprueba, para ver si no hay ninguna herejía.
Rubén pudo tener su libro en sus manos después de cuatro años de lucha.

El encuentro con Courage Latino

Predicando en Perú.
Cuando aún vivía en Estados Unidos, Rubén conoció la revista católica de evangelización “Inquietud Nueva”, editada por la comunidad de los Misioneros Servidores de la Palabra, y se convirtió en asiduo lector porque encontraba alimento e información acerca de su fe; así que al llegar a México, buscó el ejemplar para seguirse formando.
Y encontró ahí una alegre noticia: Llegaría a Guadalajara ´Courage Latino´, un apostolado de católicos que experimentan atracción a personas de su mismo sexo, comprometidos a ayudarse unos a otros a vivir una vida casta marcada por la oración, hermandad y apoyo mutuo. El grupo es guiado por sacerdotes que les ofrecen el sacramento de la reconciliación y dirección espiritual.
Inmediatamente se comunicó a los teléfonos indicados y en ese primer contacto duró casi dos horas hablando por teléfono con la persona que lo atendió. Rubén anhelaba un grupo como este, de hecho durante su detención en el hospital para enfermos mentales “decía que estaba cansado de aparentar lo que no era, voy a fundar un grupo que se llame católicos gay, voy a hablar con el Papa … pero oh sorpresa cuando leo esa revista sobre este apostolado que fue aprobado por el Papa Juan Pablo II, que ya existía un grupo”.

Evangelizador de tiempo completo

Evangelizando a través de María Visión.
Encontró en Courage la respuesta a todas las preguntas que aún tenía, entendió sobre todo que no nació así y algunos otros aspectos que no tenía aún claros cuando escribió su libro, y que debió corregir en la siguiente edición.
Fue en el primer retiro de Courage Latino en la Ciudad de México donde dio por primera vez su testimonio y poco a poco con estas charlas fueron recorriendo algunas ciudades en México, hasta que hace cuatro años nació en él la inquietud de dedicarse a la evangelización de tiempo completo, pero no sin la bendición de Dios, así que se atrevió, creyendo abusar, a pedir una Misa de envío en el templo Expiatorio para consagrarse como evangelizador de tiempo completo, y el 10 de marzo de 2014 no sólo obtuvo su Misa, sino que además fue concelebrada por tres sacerdotes más.

Durante su Misa de envío.
Poco tiempo después de la Misa le aprobaron el programa que había solicitado en María Visión un año y medio atrás. Rubén pudo confirmar que la misión que iniciaba le era encomendada por el Señor cuando a los dos o tres meses ya tenía la agenda llena para ir a predicar a otros países. Rubén ha visitado alrededor de 19 países como Panamá, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana,  Colombia y Perú, entre otros, y tiene muchas invitaciones para acudir a Estados Unidos, pero le han negado la visa en 5 ocasiones. 



El plan es el mismo para todos: La santidad

El objetivo de un homosexual no es llegar a ser heterosexual, afirmó Rubén García y dejó en claro que de hecho la meta de una persona con atracción al mismo sexo debe ser exactamente la misma aspiración de todas las personas en general: Alcanzar la santidad, y para lograrlo se le debe ser fiel a Dios, se debe buscar hacer su voluntad, mantenerse en gracia.
Todo esto es igual de difícil para cualquier persona y la fuerza para lograrlo sólo puede encontrarse en los sacramentos: La Eucaristía, la Confesión y alimentarse con la Lectura de la Palabra, libros y predicaciones  de otros conferencistas, “la conversión es día a día, el día de hoy ser mejor que el día de ayer y el día de mañana ser mejor que el día de ayer, entonces la conversión es usar las herramientas que Dios nos da para poder llegar a este plan que Dios nos ha trazado que es la santidad.
“Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor, si le das oportunidad a los antros gay, a los amigos, a las parejas, ¿por qué no darle una oportunidad a la misericordia, a Jesús?”

Claudia Ortiz y Rubén García. Gracias por compartir tu testimonio.


Claudia Ortiz
@claudiaortizdev
devazquez21@gmail.com
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