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“He ido haciendo lo que Dios me pide, me siento en una bici doble en donde Dios lleva el manubrio y yo voy atrás pedaleando”
Por Claudia Ortiz |
En estos tiempos de tanta polémica sobre la igualdad y los
derechos de la mujer, en los que muchas tareas exclusivas para hombres ya son
realizadas por decenas de personas del sexo femenino, yo considero que cuando
una mujer detecta su verdadera misión, la acepta y la ejerce, de seguro debe
haber fiesta en el cielo, igual que en el regreso a casa del Hijo Pródigo.
Y es que sabemos que hay mujeres muy capaces que pueden realizar
trabajos difíciles que requieran de inteligencia y gran capacidad y que son muy
exitosas; pero no hay mejor y más trascendente tarea que una madre pueda
realizar, que entregar su vida a la formación de los hijos, usar su
inteligencia y amor para criar seres extraordinarios que cuando crezcan,
multiplicarán cualquier esfuerzo que la mujer pueda realizar y con su
testimonio dejarán huella. Y la dificultad de que esto se lleve a cabo en la
actualidad, es el que quienes han recibido la bendición de ser madres, lo
alcancen a distinguir y se comprometan a hacerlo.
Hoy presento el testimonio de Lupita Venegas, que aceptó su
Misión y estaba decidida a dejar lo que le impedía realizarla, pero supo, con
el apoyo de su esposo, iluminada por los Santos y poniendo su confianza en
Dios, organizarse de tal forma que, sin descuidar su primera Misión de esposa y
madre, puede hacer mucho bien con su apostolado de evangelización.
En el camino de la vida uno escucha decenas de
conferencistas que nos ofrecen “claves” para mejorar en cualquier sentido, pero
no hay como escuchar esas fórmulas y ver cómo se practican por parte del mismo
que habla, no hay como escuchar cómo se le quiebra la voz en sus relatos, porque
lo que dice y comparte, sale desde su corazón amante de Jesús y María.
Lupita Venegas es sicóloga y presidenta de Valora Conciencia
en los Medios, una Asociación que busca promover a Cristo a través de los medios
de comunicación. Se propuso esta misión después de haberlo olvidado y de haber confirmado
que sin Él, nada es posible.